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El barcelonismo mira a Laporta y a Xavi

Xavi aterrizó el lunes a mediodía en Barcelona y por poco se colapsa El Prat. Escucho que a algunos directivos no les gustó tanto revuelo y que insinúan que era lo que el jugador buscaba. No lo creo. Xavi nunca ha sido numerero, sino lo contrario, y no le hace falta nada así para mejorar su popularidad. Simplemente, vino de vacaciones (por fin, después de dos años sin pisar su tierra por la pandemia) y su llegada coincidió con unos resultados de la víspera que nadie podía conocer. Ganaron los madrileños y perdió el Barça, todos por un gol de diferencia. Si los resultados hubieran sido los contrarios no se hubiera levantado tanta expectación.

El revuelo nace de que Laporta no se ha pronunciado aún sobre Koeman, del mismo modo que Messi no se ha pronunciado aún sobre sí mismo. El Barça es ahora un castillo en el aire y los ojos se vuelven hacia un personaje fiable, pero el tiempo no está para milagros. Se piensa en un segundo Guardiola, sí, pero cuando este llegó al club estaban ahí Puyol, Xavi, Iniesta, Alves, un Messi de ida... Ahora están unos pocos restos de aquel equipo glorioso que ha ido perdiendo piezas que además de contar entre las mejores también eran las más sensatas. Con Puyol y Xavi dentro, el vestuario no era el bebedero de patos que es ahora.

Laporta tuvo ayer un éxito al anunciar un crédito de Goldman Sachs de 500 millones, buena inyección para salir del paso, pero tiene pendiente el proyecto deportivo. Por momentos pareció que su mera condición de optimista antropológico estaba resultando sanadora. Hace un mes el Barça fue campeón de Copa y estaba reenganchado a LaLiga tras drenar la desventaja sideral que llegó a sacarle el Atleti. Pero aquel efecto murió ante el Granada. Koeman parece amortizado y las miradas se dirigen ansiosas hacia Xavi. No sé si sería prudente para él coger el cargo mientras sigan ahí tantos excompañeros maleados por estos últimos años. Lo veremos.