25 años de 'la canonización'

Clamor. Fue en un Barça-Celta de final de temporada, como el de hoy. Y fue a mediados de mayo, como ahora. Han pasado 25 años. En El País, Ramon Besa tituló aquella crónica: "El Camp Nou canoniza a Cruyff". Porque aquello fue un clamor. Núñez no esperó ni al final de Liga y despidió de la peor manera al referente más grande la historia del club. Cruyff no sólo fue un revolucionario del fútbol, el Beatle que llegó, vio y ganó 0-5 en el Bernabéu. Fue el optimista. El desacomplejado y el genio. Para la Barcelona de 1992, la de los Juegos, la primera Copa de Europa y la remontada gloriosa en la Liga al Madrid, no había imposibles. Cuando ya había iniciado la reconstrucción de su Barça 2.0, en el que había vuelto a inventarse un fútbol alegre con una nueva generación de La Masia (Celades, De la Peña, Roger, Óscar...), completada con los primeros trazos geniales de Figo, Núñez cortó por lo sano. La imagen del Camp Nou lleno de pancartas aquella tarde, y con su hijo Jordi sustituido por Rexach entre lágrimas, lanzando su camiseta al público, es historia del Barça. Núñez destituyó un entrenador, pero alimentó un mito y una corriente. En estos días, el cruyffismo todavía tiene la energía suficiente para ser muy militante.

El respeto. Ronald Koeman no es Cruyff en el santoral azulgrana, pero es una personalidad importante. Incluso puede que un trocito de la leyenda de Johan le pertenezca por ese zapatazo de Wembley. Laporta, convencido cruyffista, fue un feroz opositor de Núñez. Especialmente, cuando después de aquella destitución de Cruyff, la sociedad blaugrana empezó a hervir. Ya eran 18 años bajo el mismo gobierno. Seguro que recuerda aquel Barça-Celta, y la importancia de las formas. El jueves citó al entrenador en Via Veneto para hablar, y siguió sin aclararle nada, como si fuera un benjamín. Koeman salió ayer a rueda de prensa para dejar claro que, a estas alturas, y pese a haber ganado la Copa y hacer un buen trabajo con un equipo que era un cadáver, no tiene ni idea de qué pasará. Laporta está en su derecho de pensar que Koeman no es el entrenador ideal para empezar un proyecto. Sea porque es un fichaje de Bartomeu o, simplemente, porque no confía en sus cualidades como entrenador. Pero donde no se puede fallar con Koeman es en las formas. Y ahí está patinando.