Cuestión de fe
Ondean blancas y violetas banderas en los balcones de Valladolid. Mientras, al mismo tiempo serpenteantes bufandas se deslizan y trepan entre el rejado de ventanas y se abrazan a impolutas balaustradas. Del añil cielo se desprenden azules brillos entre los tejados de una ciudad que respira de sus parques, de una provincia que toma aire de su terracampino y espigado verdemar de Castilla, y de la cromática foresta de sus pinares. Palpita a golpes la surcada tierra de los Montes Torozos, y elevado frente al páramo de las Contiendas emerge la figura del romántico Estadio, poeta y dramaturgo, quién seguramente quisiera deslizar hoy su pluma cantando goles y ensalzando gestas… en esa apartada orilla y al abrigo de Delibes.
Y así, bajo esta fotografía y en víspera de la festividad de San Pedro Regalado, el santo milagroso de El Abrojo, el Real Valladolid se dirime entre la anhelada salvación y el indeseable descenso. Sí, de la misma forma que se dividen los aficionados entre creyentes, dudosos, utópicos, y temerosos.
¿Necesita un milagro el Real Valladolid para ganar al Villarreal? No, rotundo. Este equipo necesita fe. Necesita creer en sí mismo, creer en sus posibilidades, pensar que es posible y sentir que se puede. Porque si de verdad creemos que podemos, daremos mucho más que si pensamos que somos incapaces de hacerlo. Porque no te salvan los milagros, es la fe en ti lo que te cura y te empuja a la victoria. Si cada uno de los jugadores de este equipo da lo mejor de sí mismo y todos contribuyen al bien común, este grupo puede. Desde el calentamiento mira a los ojos de tu compañero y hazle sentir que allá dónde el no pueda llegar, vas a estar tú, luchando y peleando por cada pulgada del terreno. Manteneos perseverantes, tenaces y constantes, y aun recibiendo algún duro golpe, no perdáis nunca la fe.
Estoy muy convencido, se puede, no me parece imposible que el Real Valladolid le gane al Villarreal, no será fácil. Pero este equipo tiene argumentos futbolísticos, lo ha demostrado en las últimas jornadas… ganar es posible, ganar es una cuestión de arrojo… y una cuestión de fe