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El Madrid de Zidane reivindica lo natural

Detrás de los estropicios del VAR, hubo un partido en Valdebebas, y de los importantes. Lo empató el Real Madrid y lo mereció ganar. Le perjudicaron las decisiones justificadas con la aportación tecnológica y la desorientación de los árbitros, a los que resulta muy difícil seguir en las interpretaciones que toman. Todos los equipos disponen de su particular memorial de agravios. Los utilizan cuando les conviene. En este caso, el Madrid tiene derecho a sentirse perjudicado.

Cuatro días después de su decepcionante actuación en Stamford Bridge, donde se expuso a una catástrofe, el Madrid regresó a la normalidad de la Liga con una alineación igual de normal, sin experimentos. La presencia de Valverde entre los titulares no es novedosa. El 4-4-2, tampoco. Zidane lo ha utilizado muchas más veces que el sistema de tres centrales y carrileros.

Faltaron Sergio Ramos y Mendy. Hazard ingresó bien entrado el segundo tiempo. No dejó mejores impresiones que otras tardes, pero ya ha jugado en tres partidos consecutivos, sin lesionarse. Es una buena noticia para el jugador belga y para el equipo. Quedan tres encuentros para terminar el campeonato y el Madrid necesita a todo el mundo. Es un momento perfecto para Hazard. O eso, o se incrementará la decepción de la hinchada. Quiere verle, pero no hay manera.

Momento en el que Vinicius, en semifallo, envía un balón al palo en el partido del domingo en el Di Stéfano.
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Momento en el que Vinicius, en semifallo, envía un balón al palo en el partido del domingo en el Di Stéfano.

Zidane experimentó frente al Chelsea. Se le fue la mano. Las ausencias de Mendy, Sergio Ramos y Hazard en la alineación dijeron lo suficiente del estado en el que se encontraban en la vuelta de las semifinales. El dibujo tampoco encajó. Fue un Madrid mal encajado, con gente como Vinicius en una posición que desconoce. La trascendencia del partido multiplicó los déficits en el sistema y en la elección de los jugadores. Contra el Sevilla, todos jugaron en su sitio, unos mejor que otros.

Odriozola y Militao son sintomáticos de las miradas de los entrenadores, periodistas y aficionados. Los dos han atravesado un periodo similar: escasa intervención, lesiones y desconfianza general. Las ausencias de Varane y Sergio Ramos sacaron a Militao del fondo del banquillo a la titularidad por obligación. Su respuesta ha sido tan impactante que no saldrá de la alineación ni con agua hirviendo.

Media docena de partidos le han servido para establecerse como una autoridad defensiva. Es rapidísimo, potente, ganador en los duelos y cabeceador de categoría en el área rival. Ha descubierto además que tiene capacidad de arrastre en los momentos difíciles. Militao saldrá como el gran descubrimiento de la temporada. Necesitó partidos y confianza.

Odriozola no participó en la ida contra el Chelsea (Carvajal, que llegaba de una lesión, fue el carrilero y no ha vuelto a jugar desde entonces), ni en la vuelta. Tampoco fue titular en Anfield, donde Valverde ocupó el puesto de lateral derecho. En tres partidos, Zidane ha utilizado a un jugador que llegaba muy apremiado por las lesiones, un centrocampista que nunca había figurado como lateral en el equipo titular y un extremo de toda la vida que además prefiere la banda izquierda a la derecha. Han sido señales evidentes de desconfianza en Odriozola.

Sin embargo, Odriozola había levantado el vuelo desde la lesión de Lucas Vázquez. Marcó en Cádiz y ha jugado con desparpajo. No ha impresionado como Militao, pero su contribución ha sido impecable. Su rendimiento indica que era baza más natural para afrontar el trecho final de la temporada. Lo demostró de nuevo contra el Sevilla.

La naturalidad importa en el fútbol. Con todos en su sitio, el Madrid olvidó sus frustraciones y cansancios para jugar con insistencia y buen ritmo. Benzema y Militao se elevaron varios cuerpos sobre los demás, pero la respuesta del equipo fue satisfactoria a pesar de que el partido y el VAR se le cruzaron. Le quedan tres partidos, que en esta Liga son un mundo.