El crédito del Real Valladolid se agota, hay que ganar

No va más. Una tras otra se han ido escapando las oportunidades y la situación ya es límite. Milagrosamente el Real Valladolid afronta estas tres últimas jornadas fuera de los puestos de descenso, pero llega con un calendario muy complicado. La situación es propia del circo con un “Más difícil todavía”. El común de los aficionados se hace una cuenta muy sencilla, si el Valladolid lleva una victoria de los últimos dieciocho partidos, ¿Cuántos partidos de los tres que le restan ante potentes rivales va a poder ganar? La respuesta más recurrente es que, probablemente, ninguno. De ahí el pesimismo reinante entre los aficionados. El Valladolid es un equipo inocente en ataque y blando en defensa. Sus números no le ayudan. Hay pocas cosas a las que agarrarse para pensar en la salvación. Pero las posibilidades siguen ahí. Los de Sergio siguen en puestos de salvación y dependen de sí mismos para salvarse. Otra cosa es que haya gente que confíe en ello. Siguen sin dar motivos.

En Valencia vimos treinta minutos muy esperanzadores. De repente nos encontramos con la mejor versión de un Valladolid que salió a por el partido y que acorraló al Valencia. Con el paso de los minutos no llegaba el gol y el choque se convirtió en una trampa tejida por Voro para sorprender a la contra a los de Sergio. La falta de pegada pucelana posibilitó que los levantinos tuvieran su oportunidad. Tras aprovecharla el castillo de naipes blanquivioleta se derrumbó y el saldo fue cruel, otra vez. Una nueva oportunidad desaprovechada. El precipicio más cerca. Será ganar al Villarreal o caer a descenso antes de visitar a Real Sociedad y Atlético de Madrid.

De poco vale lamentarse ahora de los partidos desaprovechados ante todos los de abajo. Encontrar las claves por las que Ronaldo ha confiado en Sergio sin que el catalán lo mereciera es un misterio que ya no merece la pena ni resolver. Lo único que cuenta, ahora, es que ganando el jueves el panorama se despejará bastante. El problema es que todo el mundo está perdiendo la fe en un equipo que falla más que una escopeta de feria, que quiere y no puede, que no ha sido capaz en todo el año de resultar fiable en defensa. Es muy difícil poder creer cuando los jugadores y el entrenador no son capaces de demostrar que pueden hacerlo. Sin embargo, yo sigo pensando que en fútbol cosas más raras se han visto y que merece la pena apurar hasta la última de las posibilidades. Tirar la toalla ahora es rendirse antes de tiempo y poner en bandeja la salvación a los que van por detrás. Es obligación de todos, técnicos, jugadores y aficionados, dar el máximo hasta el último minuto por lograr la permanencia. A veces el destino te depara lo que menos esperas y hay que estar ahí, preparado por si acaso. La enésima oportunidad llega este jueves ante el Villarreal. Hay que tratar de engancharse a ella como sea. No queda otra. Cuestión de supervivencia.