Muchos agotados y Zidane confundido
Bien mirado, tampoco se podía esperar más. El Madrid ha encarado el curso con una plantilla abaratada (Bale y James se fueron en verano, y Borja Mayoral, Jovic y Odegaard con el curso en marcha) y corta, sobre todo, por delante. Un solo goleador, Benzema, única amenaza real. Anoche mismo sacó punta de lo poquísimo que le llegó, con dos remates que pusieron en apuro a Mendy, sobre todo el primero. Pero es que además ese grupo ya menguado de por sí ha sufrido una plaga de lesiones que en este día decisivo ha provocado que jugaran tres convalecientes, Sergio Ramos, Mendy y Hazard. Eso dentro de un grupo muy agotado.
Por proteger a Sergio Ramos, que claramente no estaba, Zidane le acompañó de los otros dos centrales disponibles y dejó los carriles a Vinicius y Mendy. Lo de Vinicius sonó a corazonada de gran riesgo y salió mal. Confuso, perdido, hizo muchas faltas atrás y no aportó nada arriba en ese lado, que es el suyo. Mendy no era Mendy, sino una sombra. Luego los cambió por Valverde y Asensio, pero ya el partido estaba decantado. En cuanto a Hazard, la película se acabó sin que apareciera el Séptimo de Caballería. Bulló, pero no hizo otra cosa de provecho que un tiro sin ángulo. En fin, un equipo débil, mal colocado. Un cordero al matadero.
Enfrente, un buen equipo que con el 0-0 salía clasificado. Se dedicó a esperar y a salir con rapidez para mostrarnos que la defensa del Madrid era un coladero por el lado de Vinicius y por el centro. Cuando en la segunda mitad compareció Pulisic, también hizo destrozos por la derecha. Por fortuna para el Madrid, el Chelsea, como pasó en el Di Stéfano, desperdició muchas ocasiones. Un carro, por decirlo claro. Eso nos tuvo agarrados a una esperanza absurda hasta el segundo gol, muy tardío. Buen equipo el Chelsea, pero muy dado a pinchar en hueso a la hora de la verdad. Pero fueron tantas que por fuerza tuvieron que entrar dos. En fin...