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En glorioso respeto a sus más profundas, ancestrales tradiciones, el Barça se suicidó cuando menos debía. En realidad, suicidarse es una cosa que casi nunca viene bien. Lo reconozco como tentadora solución según las circunstancias: te abandona el amor de tu vida, estás ahogado en deudas, el mundo se desmorona. Justo lo que está ocurriendo. Messi se puede ir, el club está arruinado, la crisis mundial post pandemia no augura bonanzas y la inmoral Superliga no arreglará, por deliciosa incomparecencia, años de dislates económicos. Así que al barranco, dijo el equipo culé, y saltó.

El fútbol es asunto muy particular, pues permite practicar un suicidio tranquilizador y reversible. El Barça lo practica regularmente cada ciertos años, para resucitar seguidamente con suiza precisión. Tras años de Gaspartismo apareció Laporta. Con el fin de Ronaldinho llegó Messi. Post Rijkaard, Guardiola. Y tras Bartomeu y Lisboa, parecía que, lentamente, este Lázaro volvía a caminar entre los vivos, sensación acrecentada por la Copa del Rey más celebrada desde 2011. Nos habíamos emocionado tanto que no nos dimos cuenta de que la resurrección era incompleta, todavía no funciona alguna extremidad, el redivivo tiene gases, es miope, los errores defensivos penalizan, falta gol.

Los jugadores del Barça, tras perder con el Granada.
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Los jugadores del Barça, tras perder con el Granada.

No habiendo querido morir, el equipo blaugrana no termina de saber vivir. Deja en muchas ocasiones los partidos abiertos, se relaja, se palpa el cuerpo y se extraña de sí mismo. El error individual penaliza la mejoría colectiva. Sigue un patrón errático en el que los contrarios conviven, por lo que da la sensación de que cada partido puede caer hacia cualquier lado, como corresponde a un adolescente más que a un cuerpo maduro, hecho. La mejoría pendiente está más relacionada con la resolución y la confianza que con lo somático. Ayudaría una carta de amor de Messi diciendo que se queda. Los próximos enfrentamientos en liga, con rivales aún más autodestructivos, nos dirán si está medio vivo o medio muerto. No ambas cosas.