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Una victoria con el miedo en el cuerpo

Don Luis Suárez (Carrusel) tiene razón (¡y cuándo no!). El Barça tiene que amarrar los partidos, jugar como si estuviera sopesando una ciencia exacta. En esta época de LaLiga se viene encima del Barça el reto mayor que ha tenido el club azulgrana en muchos años, expuesto a la intemperie de sucesivos fracasos, y sólo hay dos alternativas vivas para que pueda resolver esa disyuntiva, seguir o caer. En esa tesitura sólo cabe ganar, y ganar aunque sea arañando casualidades. Aun así, como si estuviera haciendo aspavientos para quitarse de encima la sombra del Villarreal, no hizo un mal partido, porque la incomodidad que suponía la incertidumbre no enfrió la sangre de los futbolistas.

Aunque el miedo no salió del cuerpo mientras los mediterráneos trataban de resarcirse de sus dos pifias, el equipo azulgrana se regaló a sí mismo una actuación memorable de Griezmann, que en tres partidos consecutivos ha demostrado que es un hombre para esta estación, alegre y decisivo, estéticamente notable y tácticamente dispuesto a romper esa fama de insolvente que le han dado quienes no miran sino cuando falla. Arañando, pues, el Barça se quita el miedo, y Griezmann es ya capaz de ser como Messi desafiando el peligro.