La penitencia de la indefinición y la vuelta a la convicción

En Sevilla, tierra de capillitas, se vio reflejada en el Pizjuán la segunda vuelta de penitencia que llevan los del Cholo. Otra vez fue un partido donde el excesivo respeto hizo que de nuevo el equipo rojiblanco se empadronase en el borde del área. Un primer tiempo donde el rival incide por banda derecha ante el hundimiento de los centrales (volvía a sobrar uno) para aprovechar, esta vez le tocó a Suso, disfrutar de tiempo y espacio para crear el túnel. Le está condicionando mucho la falta de alguien específico en esa banda y en quien confíen, para que el equipo siga encallado en esa línea de cino que a día de hoy no transmite fiabilidad. Y, lo más preocupante, se trasmite dudas en lo que se hace, exceptuando a Lemar y Oblak. Se vio un equipo sometido al rival donde sobresale más la obligación, como en el segundo tiempo, que la convicción en lo que hace. Algo inimaginable en un equipo de Simeone, donde se puede dejar en momentos determinados la posesión al rival, pero que transmitía control de la situación.

La segunda unidad está teniendo poco protagonismo y era necesaria para dar un respiro a los Koke y Llorente. Se está hablando de la mochila del miedo, pero cuando estaba a nueve y diez puntos creo que no hubo pánico. Creo que habría que dar más bola al banquillo porque se ha demostrado que hay profundidad de plantilla. Hay que disipar las dudas en el planteamiento. Echo en falta la defensa de cuatro. Ese es el camino, volver a los orígenes de la convicción y dejar la indefinición, son los deberes que tienen que hacer los rojiblancos en estos últimos partidos. Solo de esa manera se puede seguir soñando con que campeonar es posible.