Un disparo en el pie
La reciente etapa gloriosa del Real Madrid, con 20 títulos en cerca de diez años, lleva estampado el sello del Pablo Laso, que ha logrado imprimir un baloncesto vistoso y un espíritu competitivo inconfundibles. Laso ha contagiado su fuerte carácter a un equipo indomable, que ha superado numerosas adversidades. Ese carácter ha dado también para memes y vídeos virales por sus famosas lasinas en los tiempos muertos, unas broncas que definen su ambición y su exigencia. Pero el temperamento que otras veces ha servido de revulsivo, le traicionó el martes en la Euroliga frente al Efes. Sus protestas por dos decisiones arbitrales contra Rudy y Thompkins, con la consiguiente expulsión por dos técnicas acumuladas, han sido un disparo en el pie del propio Laso y del Madrid, que ya tuvo consecuencias irreparables ante el oponente turco y podrá tenerlas mañana en el vital duelo ante el Olympiacos. Cuando Laso abandonó la cancha, el Madrid estaba a cinco puntos, en remontada, pero se descompuso con su salida. “Nos dio ventaja”, admitió Ergin Ataman, el técnico rival.
Otro efecto ha sido la sanción que le impedirá dirigir el penúltimo choque de la fase regular. Es posible que Laso tenga razón en alguna de sus protestas, que pueden hacerse extensivas a la temporada, pero su experiencia debería hacerle calibrar si compensa añadir su ausencia a las innumerables inclemencias sufridas este curso. Para un equipo como el Madrid, con su presupuesto y su historial, no disputar el playoff de cuartos es una derrota penosa. Que le pregunten al Barça. No está todo perdido, por supuesto. El trabajo de Laso se soporta en el día a día. Y Chus Mateo también es un técnico de garantías. Pero su baja es un obstáculo más, en este caso innecesario, en un camino sembrado de zarzas, que para colmo podría agregar otra espina: la lesión de su estrella Edy Tavares.