Viñales y Mir dan toda una exhibición

La exhibición prestacional de las Ducati en Qatar ha resultado tan abrumadora que parecía poco probable que una moto que no fuera roja ganase la primera carrera de MotoGP de esta temporada. La potencia del propulsor de Borgo Panigale unida a su sofisticada aerodinámica son ideales para un circuito con una recta tan larga como la de Losail, al igual que ocurre en el italiano de Mugello. Con ese escenario, la victoria de Maverick Viñales es sencillamente prodigiosa, fruto de su coraje y la necesidad de poner fin a una racha de resultados discretos demasiado larga. Con un pilotaje exquisito y una determinación inquebrantable, la actuación del catalán sirve para refrendar que el talento está ahí. Si le acompaña la fortuna, no hay objetivo que se le resista.

En ese terreno de la épica se sitúa también el carrerón de Joan Mir. El campeón del mundo quería lucir galones y vaya si lo ha hecho, incluso en un terreno tan poco propicio para su Suzuki. Una moto muy equilibrada, buena en muchas cosas pero desde luego no la más rápida en pista. El deporte es la superación de los desafíos y el mallorquín ha tirado de valentía y capacidad para llegar a una posición de podio que legítimamente le correspondía. Sin embargo, en su caso semejante pundonor y esfuerzo no han bastado para frenar a los misiles de Ducati, aunque la satisfacción del trabajo bien hecho, más allá de resultado, no se la quita nadie. Así que ha empezado bien el Mundial de MotoGP, seguimos echando en falta una estrella del relumbrón de Marc Márquez pero con estos chicos, sin duda, un poco menos...