Sobre el efecto yoyó
¡Hay que ver para creer! Hace nada el Madrid era lo peor y había que echar urgentemente a Zinedine Zidane. La palabra crisis llenaba la boca de una multitud de comentaristas, aficionados merengues y, también, de algunos dirigentes del club. Miraban el presente y el futuro cercano y todo les parecía oscuro. Pero resulta que, después de un partido serio contra el Atalanta de Bérgamo y de un sorteo aparentemente beneplácito, el entusiasmo ha invadido el cuerpo y la mente de dichos catastrofistas. Ya se está hablando de camino despejado hasta la final y de una posible decimocuarta Copa de Europa para instalar en el museo del Santiago Bernabéu. No voy a negar que la situación actual del Madrid es agradable, pero lo que me parece agotador para Zidane y sus jugadores es el efecto yoyó que rige el ambiente alrededor del equipo.
Un día muy arriba y un día muy abajo. Un día todo está bonito y al siguiente todo está horrible. Los mismos que ya piensan reservar su billete de avión para Estambul, sede de la final de la Champions, pedirán la cabeza de Zizou si, esta tarde, el Madrid no vence en Vigo, incluso si se marca un buen partido de fútbol. Menos mal que el entrenador marsellés no funciona de esta manera y que su carácter tranquilo y su enorme experiencia ejercen como estabilizador de las emociones y de las atmósferas. Y aleja los sinsentidos.