Keylor y Messi empatan a uno
Aunque no tuviera más fruto que un gol (un cañonazo de Messi que hubiera derribado la Torre Eiffel) el primer tiempo del Barça fue para enmarcar. Y tambien fue superior en el segundo, salvo los 10 primeros minutos, única fase en la que el PSG acertó a moverse con algún sentido. Luego, sin tanta excelencia como en la primera mitad, el Barça retomó el hilo de su juego con un dominio constante que fue a más. Los últimos 20 minutos el PSG se metió en el área sin rubor, con una defensiva troglodita propia de equipo italiano de medio siglo atrás: mucha gente y patada lejos para que el balón tarde en volver. Y un gran portero, Keylor Navas.
Es curioso cómo cambia el fútbol. Hace muy poco que el PSG le pintó la cara al Barça en una noche que nos hizo sentir que a nuestro fútbol se le había escapado el tren, que LaLiga ya no era cabeza sino cola. Sin embargo, anoche vimos un Barça muy superior y a un PSG temeroso. Estados de ánimo, sin duda. En el Barça se notó un cierto efecto Laporta, pienso, más la credibilidad creciente de Koeman y la desenvoltura del que no tiene nada que perder. En cuanto al PSG, le tiemblan las piernas en trances decisivos de la Champions. Pasó, pero no puede sentirse satisfecho. El prestigio con que salió del Camp Nou se ha deshinchado.
¡Ay, si Messi hubiera metido el penalti...! Eso hubiera llevado al Barça en ventaja al descanso y atemorizado más al PSG. Pero Keylor es un porterazo, como bien sabemos por aquí, y dijo no, lo mismo que en varios otros trances en los que el Barça acarició el gol. El destrozo en la ida fue enorme y el Barça se va fuera por aquello, pero al menos recompone la figura. Lo mismo que el Sevilla la víspera. Eliminados, sí, pero no barridos. Quizá un triste consuelo, pero sirve para valorar más adecuadamente nuestro campeonato, en el que por fin podemos pasar la clasificación a limpio. El Atlético tira de ahorros y mejora su ventaja, pero aún hay Liga.