El mes de la nostalgia premium
Tratando de digerir marzo del 2020, nos hemos plantado en marzo de 2021. Como cuando tratando de digerir una derrota en competición europea, llega el fin de semana con una nueva. Vivimos días del primer aniversario de las últimas veces. Un año de la última vez que fuimos a un concierto de pie, un año de la última vez que volamos al extranjero, un año de la última vez que nos sentamos en la grada de un estadio. En mi caso el último partido in situ se produjo el 7 de marzo del 2020, en el Alfonso Pérez, un Getafe-Celta que terminó sin goles. El partido fue terrorífico, como bien habréis imaginado, pero yo ya lo recuerdo con épica griega, con Rafinha o Cucurella domando balones con refulgentes movimientos por el cálido césped del Coliseum. Culpa de la maldita nostalgia.
Lo explica Diego Garrocho en su ensayo Sobre la nostalgia: "No hay nada más moderno que la nostalgia porque no hay nada más antiguo que el futuro". Nos llevamos mal con el presente, ya lo hacíamos antes de la pandemia. Demasiados tornillos sueltos. Como consecuencia, la capitalización de la nostalgia está en todas partes. Existen muchísimas cuentas nostálgicas de fútbol en redes que rinden tributo a estadios, equipos y estéticas lejanas. Te recuerdan que hace 20 años tu equipo ganó tal partido memorable, que hace 6 firmó tal título, que hace 15 Messi debutó y recitó en Stamford Brigde. O si nos tomásemos un chupito por cada vez que se repite el término nostalgia en la campaña de las elecciones del Barça, ya estaríamos en La isla de las tentaciones bailando agarrados a una palmera. Uno ya no sabe si en el fútbol nos aferramos al pasado y eso nos impide apreciar el presente, o es que el presente es tan poco digno de aprecio que por eso nos aferramos al pasado.
En estos días de nostalgia premium y recuerdos higienizados yo me agarro a una frase de Denis Conner: "Sólo hay una cosa mejor que ganar: perder y volver a ganar". Es aplicable al Valencia, al Barça, a cualquier equipo, pero también a estos días aniversario de las últimas veces. Cuando lo viejo y lo nuevo terminan por encajar.