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Cuando los errores se repiten ya no son puntuales

Hay muchas formas de perder dos puntos, pero creo que la manera en la que lo hizo el Real Valladolid hoy es la más dolorosa. En el tiempo de descuento, ante un equipo que no te hizo peligro salvo una falta directa de Aspas. No hizo nada más un Celta que se vio sometido por un equipo blanquivioleta, que creció desde el buen trabajo defensivo y acertó en una de las arrancadas de los artistas del equipo: Roque, Weissman y Orellana. Si el 1-1 se hubiese producido 10 minutos antes en una jugada de acierto de los gallegos quizás valoraríamos el punto como bueno, pero tal como se produjo nos dejó una mala sensación que nos arruinó un domingo que tenía buena pinta.

No se puede decir que los pucelanos, siendo mejores, hicieran un partido brillante, con poco toque asociativo pese a tener al teórico equipo más titular en el campo en la primera parte y sin apenas salidas, los de Sergio González aguantaban las embestidas celestes sin demasiados problemas, pero con poca ambición. La segunda mitad pucelana, sin embargo, fue mejor, el equipo fue más convicente y tuvo la victoria en la mano. La rozaba con los dedos, pese al arbitraje casero de Medié Jiménez, suponía un chute de oxígeno importantísimo en la pelea por salir de la zona de peligro, pero nos quedamos con cara de tontos, otra vez.

Porque llegó el fallo, el de cada partido y, por repetido, no se puede hablar de una acción puntual. El Real Madrid ganó la semana pasada con un gol de cabeza de falta de Casemiro y el Celta repitió ahondando más en una jugada incomprensible, impropia de un equipo de Primera. El técnico había realizado cambios defensivos, pero el equipo presionaba arriba. Eso no impidió la jugada que nos arruinó el domingo. Para empezar Fede San Emeterio hace una falta en el centro del campo a un contrario que está de espaldas. Sabiendo que tu equipo sufre en estas acciones no tiene sentido darle la oportunidad a un rival que fue inferior a empatar. El equipo tira la línea fuera del área, pero sobre la línea, y se acula enseguida. Mala decisión. Bruno vuelve a salir en la foto y pierde la marca, otra vez, Joaquín el mejor en el juego aéreo se sale practicamente de la acción y Roberto no sale. Para mí ese balón es del portero. Un balón llovido desde 45 metros con un portero cercano a los dos metros no puede llegar a la cabeza de Murillo, prácticamente, el único peligro celtista. Incomprensible. Y de errores incomprensibles a errores incomprensibles van pasando las jornadas y el equipo no gana. Salió del descenso, sí, pero eso no vale. Tuvo la victoria a un puñetazo de balón, a una buena defensa de la jugada decisiva. La última. Y la desaprovechó. Habrá que trabajar más la defensa de las faltas para no repetir ese error ante el Getafe.