A veces ganan las negras
¿Se puede jugar al ajedrez con guantes de boxeo? De alguna forma abstracta, la pregunta planeó ayer sobre el Sánchez Pizjuán. Jorge Valdano escribió que en los primeros minutos de un encuentro se juega el partido que quieren los entrenadores. Su mente ya lo ha imaginado todo antes, pero solo hacen falta varios pases, un despiste, una jugada, y poco a poco se va difuminando esa estrategia prevista con tanto detalle. Al final, sin embargo, suele ganar el equipo que se ha mantenido más cerca de esa idea inicial.
Ayer, frente al Sevilla, Koeman planteó una especie de partida de ajedrez, con blancas y negras dispuestas para un encuentro muy cerebral. En la que fue quizá su mejor apuesta táctica desde que llegó al Barça, el holandés fijó sobre el campo una telaraña espesa de peones defensivos, piezas más móviles en el centro del campo y la reina, como siempre, con total libertad. Para el Sevilla, en cambio, Lopetegui había previsto en su cabeza un partido distinto. En lugar de un tablero, el césped podía ser una lona de boxeo, y así decidió simeonizar un Sevilla aguerrido y duro: con pesos pesados como Diego Carlos y Fernando Reges —jugadores que rascan— y en la delantera un luchador incansable como De Jong. El resultado fueron 20 faltas (por cinco del Barça), cinco tarjetas amarillas y algún jugador desquiciado sin balón, como Jordán.
Luego Lopetegui comprendió que no, no se puede jugar al ajedrez con guantes de boxeo, y en la segunda parte buscó otra forma de situarse en el tablero, pero no fue suficiente. Koeman le llevaba ya varios movimientos de ventaja. Tal como había pedido hace una semana, tras empatar con el Cádiz, los veteranos del Barça impusieron su presencia —Busquets, Piqué, Alba— y combinaron bien con los más jóvenes: De Jong, Dest, Pedri... Nadie se acordó de Griezmann y, a la espera de la vuelta de la Copa del Rey, la táctica del Barça fue también un aviso para el Sevilla: a veces, contra todo pronóstico, incluso en los torneos de grandes maestros, ganan las negras.