Dichosa democracia

Catalunya es un campanario en el que no se puede elegir al presidente del Barça por motivos sanitarios pero sí al de la Generalitat, una anomalía que no dice nada bueno sobre sus motivaciones, escala de valores y prioridades: un país que antepone la política al fútbol es un país en el que no merece la pena vivir. Tampoco en uno que opta por la vía democrática pudiendo acogerse a las bondades de una dictadura cruyffista pero bueno, aquí todo el mundo tiene una opinión y yo me considero una persona tolerante.

El aplazamiento, como esa campana salvadora que te manda al rincón cuando el cuerpo ya no está ni para contar pajaritos, ha tenido un efecto revitalizador en dos de los tres candidatos, abocados a una derrota sin paliativos de haberse celebrado la votación en la fecha señalada. Todas las encuestas apuntaban a una victoria abrumadora de Joan Laporta pero el nuevo escenario ha proporcionado el tiempo y las condiciones necesarias para que Víctor Font y Toni Freixa articulen nuevas estrategias. Una de ellas ha consistido en aprovechar la apertura del mercado invernal para enredar con la posibilidad de incorporar a Èric García, un caramelito en boca de aquellos socios con tendencia al consumismo, de esos que bajan un momento a por tabaco y vuelven a casa con dos kilos de kiwis, una vela aromática de vainilla y el vibroshaper. La otra, más colaborativa y expansiva, consiste en explotar la vía de los debates a dos para poner verde al tercero.

Primero en el Círculo Ecuestre —no confundir con el Círculo de Lectores— y después en Barça TV, tanto Font como Freixa se ocuparon de advertir al socio sobre los peligros de votar al presidente que sentó en el banquillo a Frank Rijkaard y Pep Guardiola. "De la felicidad, como la droga, también se sale", vinieron a decir uno y otro pero con un lenguaje mucho más técnico, más del siglo XXI. Es lo que, a su juicio, necesita el Barça del futuro: palabras complejas y una total ausencia de nostalgia, que la vida ya te mata de muchas maneras como para ir ofreciéndole nuevas posibilidades. "Yo digo que no es necesario correr tanto", solía decir Cruyff. Y eso es lo que está haciendo Laporta, básicamente, pero allá los socios con el sentido de su voto y la dichosa democracia.