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Isco y la paternidad

Hace dos semanas fue noticia un mensaje de Sara Sálamo, actriz y también esposa de Isco, en su cuenta de Instagram. Decía algo muy sencillo, pero muy elocuente: "Yo le quiero que reviento, aunque llevemos 30 días sin dormir". Se refería a las noches en vela que pasaba la pareja después del nacimiento de su tercer hijo. Eso despertó las alarmas de algunos seguidores, que relacionaron las pocas horas de sueño con el bajo rendimiento del futbolista. En esta ocasión, dudo que el rendimiento del malagueño tenga relación con los quehaceres de la crianza. También se ha dicho algo similar del charrúa Federico Valverde. Hace unos años, Valdano, en una entrevista con Jot Down, contaba con su gran elasticidad verbal que, cuando nacieron sus hijos (fue padre muy joven), como era un deportista de élite que vivía de su cuerpo indicó a su familia que él necesitaba descansar por las noches y que, por tanto, debía deshacerse de algunas labores paternales, en concreto de las nocturnas. No lo decía con orgullo, sino como una difícil elección profesional de un futbolista en ascenso, pero que también tuvo algunas consecuencias en su vida personal. Y es cierto, un futbolista necesita descansar para hacer bien su trabajo, igual que un cantante o un conductor de autobuses.

Sara Sálamo e Isco pasean con sus perros.
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Sara Sálamo e Isco pasean con sus perros.Europa PressEuropa Press via Getty Images

Lo más interesante de estas declaraciones es que muestran que las opciones que se le ofrecen a la gente son criar o trabajar, cuidar o producir, pero nunca conciliar. Y que la sociedad valora más trabajar que atender a la prole, cuando lo que es verdaderamente imprescindible para la comunidad es criar. Además, existen entornos en los que se considera poco macho o varonil priorizar la familia sobre el trabajo. En el fútbol –aunque cada vez menos– y aún en el rock, toda consideración familiar puesta por encima de la profesión es vista como una deserción del "compromiso" con otros hombres, se considera una traición a la tribu y al trabajo, cuando es precisamente todo lo contrario. Y no se trata de una cosa o la otra, sino de "conciliar".