Galáctico Mbappé

Tocado por los dioses el día más oportuno, Kylian Mbappé (20-12-1998) reclamó anoche un sitio entre los grandes del fútbol. Su hat-trick en la competición, en un escenario majestuoso, donde se deja huella, le eleva en una competición que le esperaba hace años, desde su impactante aparición en el Mónaco de 2017. El apellido Mbappé ya está junto al de Shevchenko (Dinamo de Kiev, 1997) en la lista negra de verdugos continentales azulgrana. Son los dos únicos jugadores que han hecho un hat-trick al Barça en su casa en un partido europeo.

Mbappé plantó pronto sus reales en el Camp Nou. Los espacios que deja históricamente el Barça en casa le invitaban a ello. También su marcador, Sergiño Dest, joven e inexperto. Rápido, pero todavía cándido en el ‘otro fútbol’. A los dos minutos, Mbappé ya le ganó un duelo al holandés de pasaporte estadounidense y, poco después, no cazó de milagro un pase al espacio de Verratti en el que Ter Stegen, siempre dubitativo lejos de los tres palos, despejó de milagro.

Mbappé estaba conectado en el partido y el 1-0, lejos de sacarle, le espoleó. Mientras su amigo Dembélé fallaba un gol cantado después de que Messi le dejase solo como la famosa noche del Liverpool (tiró a la papelera un 4-0 cantado en la ida en el Camp Nou), el parisino no perdonó. Se movió con destreza dentro del área y definió como se espera de jugadores con jerarquía, con el instinto asesino que le había faltado a Dembélé un instante antes. Había empezado su gran noche.

Pero Mbappé quería más. Después del 1-1, lo primero que hizo nada más empezar la segunda parte (47’) fue arrancar desde su perfil preferido y ejecutar el golpeo en el que se siente más cómodo. Ter Stegen acompañó el balón, que se marchó fuera. Pero Mbappé olió sangre. Desnudó a Piqué, que le agarró de la camiseta y ni aun así supo frenarlo. Se sentía imparable, y cuando las musas llaman a esos jugadores tan grandes, acuden. Y Mbappé estaba allí para firmar el 1-2. Oportunista, acompañando la jugada. Desatado, lo cerró con su golpeo preferido. Su partido fue de videoteca. Una exhibición de un jugador elegido que ayer subió un escalón hacia los semidioses del fútbol y que dispara su cotización, estimada en 180 millones de euros; y alimenta sueños desde Madrid.