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Una mala noche, otra más

Valladolid

Vaya por delante que no pretendo victimizarme, pero después de ver perder al Real Valladolid ante el Alavés apagué el televisor más allá de las tres y media de la mañana. Lo hice después de parar la serie que estaba viendo unas cuantas veces por estar a la vez 'guasapeando' con amigos que, blanquivioletas hasta la médula, dialogaban sobre la dura situación que rodea a su equipo. Me fui a dormir pensando en algo que al despertar no se me ha ido de la cabeza: lo injusto que es que a ellos, que lo pasan mal, por ser más contestatarios, alguien les pueda decir que están de rodillas ante un ente abstracto que amaña encuestas o que no forman parte de un barco que hace aguas, pero en el que –que nadie se confunda– están subidos.

Uno piensa en las últimas horas y puede definirlo como una mala noche, otra más. Otra más provocada por la falta de fútbol de un equipo en barrena y que duele a muchos hoy señalados. Mientras hay quien se afana en decir poco menos que no es del Pucela aquel más reaccionario, esos amigos – seguro que tú, lector, tienes alguno de esos– no pudieron conciliar el sueño. Y no nos engañemos: muchos de esos amigos, míos y tuyos, lector, habrían pagado religiosamente el abono un año más para, llueva, truene o haya COVID, ir a Zorrilla si la pandemia no azotara como azota desde que empezó a privarles de sentarse juntos, bufanda en mano, hace ya once indeseados meses.

También en la grada de enfrente habrá a quien le haya costado dormir. Me niego a pensar que ese sector al que en Twitter se denomina del #TodoBien esto no le duela. Porque, a diferencia de algunos atrincherados, yo sí creo en diferentes formas de querer. No tengo la desfachatez suficiente como para ignorar que pueda ser tan del Real Valladolid el que vota en una encuesta que no quiere que continúe Sergio González, como el que critica (y con razón) el despropósito de las últimas semanas, como el que cree que el técnico tiene la suficiente historia como para ir al mercado de divisas, cambiarla por créditos y mantenerse en el cargo pase lo que pase. En cambio, no soporto el "tú no eres del Pucela si… (o si no)". Todo aquel que reparte carnets sin respetar el sentimiento del de enfrente me cansa.

Este reparto me lleva a pensar en que, continúe o no Sergio González, se salve o descienda el equipo, con él o sin él, al final del curso habrá un sector que diga "ya lo dije yo" a otro que consideran equivocado. Como si la opinión, libre y diversa, fuera el martillo del juez en la sala; "piensa distinto, se tiró del barco: retírenle el carnet". Si alguien tiene una bola de cristal, que aproveche que Ronaldo estos días sí está en Valladolid para prestársela y que decida si el camino que parece haber decidido andar es el correcto. Si nadie la tiene, que piensen todos que ser capitán a posteriori no sirve para más que llenar el ego de aire corriendo el riesgo de ser impertinente (y en algunos casos, más; y en algunos casos, otra vez).

Después de todo esto, que puede sonar a vaguedad, permíteme, lector, que mi falta de sueño y yo nos alineemos esta vez con el #TodoMal, porque si eres del #TodoBien, lo siento, pero ahora, otra vez, toca ser crítico. Toca porque el Real Valladolid carece de un plan de juego definido y en el que hayan creído equipo y/o entrenador. Toca porque el equipo, ahora, tiene como único rumbo la deriva, y si no, vuelve a ver los partidos ante Levante en Copa, Huesca y Alavés. Toca porque la inversión ha sido la mayor de la historia y el rendimiento no va en consonancia; porque ya no cabe la excusa de ser uno de los tres equipos más pobres. Toca porque además es sano no dejarse secuestrar por el 'discurso pequeño', porque no ser crítico, ahora, no cabe, igual que no caben los paños calientes. Porque yo, como supongo que también tú, he pasado una mala noche. Otra más, y van unas cuantas.