Desde hace una semana David Bettoni está llevando las riendas del Madrid. Hoy va a dirigir su segundo partido después de la brillante victoria del pasado sábado en casa del Alavés. Conociendo al segundo entrenador madridista desde hace casi siete años y por haber hablado de él con Zidane, no tenía ninguna duda de que estaba más que capacitado para sustituirlo en el banquillo el tiempo que haga falta. La contundencia del triunfo en Vitoria y la calidad del juego mostrado por el equipo blanco han confirmado todo lo bien que pensaba de Bettoni y de sus numerosas cualidades técnicas, tácticas y humanas. Las informaciones que me llegan desde Valdebebas indican, además, que la semana de entrenamientos ha tenido los mismos tintes de intensidad, concentración y entusiasmo vistos contra el Alavés.

Unas buenas noticias que demuestran que el Madrid de Zidane va más allá del propio Zidane. Que entre todos han construido un grupo unido en el que no cuentan los nombres y la fama sino el trabajo y la honestidad. Que Bettoni, Msaidie, Dupont, Vázquez, Mallo y los demás del cuerpo técnico gozan de la confianza y del respeto de los jugadores, con o sin Zizou. Puede parecer algo cursi subrayarlo y alegrarse de ello en un mundo infestado por los egoísmos. Pero esta realidad explica muchas cosas, explica once trofeos y casi cinco años de vida en común dentro del vestuario madridista.