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Odegaard, Jovic y el principio de Peter

Jovic regresó al Eintracht de Frankfurt y se le ve feliz. Se ha quitado un peso de encima, vuelve a marcar goles. Es un buen delantero, sin duda, y una vez que se ha sentido liberado de la presión que le agobiaba en el Madrid se ha reencontrado con el juego. Lanza una queja menor, las pocas oportunidades que tuvo, aunque no sé si tan pocas, si tenemos en cuenta que por él salió Borja Mayoral y que a Mariano siempre le tuvo detrás en la cola. La queja es leve, pero en la declaración se notaba su deseo de dar su episodio en el Madrid por finalizado, cuando dijo que ha dejado de estudiar español. Firmó por cinco años, pero se ha hecho a la idea de no volver.

Odegaard, por su parte, ha desencadenado tal catarata de elogios al Arsenal que, por defecto, más de un madridista se ha sentido mal. La Premier es el mejor campeonato, el Arsenal es un gran proyecto, Arteta es magnífico entrenador, aquí hay un plan… Es de celebrar que llegue con tan buen ánimo al Arsenal, club señero en cuyo seno nacieron la WM y un montón de avances del fútbol… hace ya cerca de cien años. Hogaño juega en la Europa League y marcha noveno en la Premier. Le será más fácil tener peso en esa plantilla que en la del Madrid, donde empezó como titular, de media punta, con un diseño hecho para él y no estuvo a la altura.

Las salidas de ambos comprometen a Zidane, sobre el que ya pesa la acusación de no apoyar la estrategia de fichajes jóvenes del club. Si tienen éxito ahora, eso se acentuará. Pero no es lo mismo triunfar en el Arsenal o en el Eintracht que en el Madrid. Los dos venían progresando, pero el último listón no lo han saltado. Hasta que demuestren lo contrario, son dos casos más del principio de Peter: medraron hasta su nivel de incompetencia, en este caso, el Madrid, ese tren de alta velocidad. Fuera podrán revalorizarse, bien sea para volver, bien sea para que el club obtenga por ellos unos dineros que le hacen falta para pagar grúas.