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No es una ducha cualquiera...

Vivir durante dos semanas en un campamento itinerante que cambia de lugar prácticamente cada día se hace duro por muchos aspectos: los continuos vuelos, las noches en tienda de campaña... Pero una de las más difíciles de llevar es el aseo personal. Aquí todo es compartido y la intimidad, cuando no es justa, brilla por su ausencia, pero si quieres sobrevivir no queda otra que hacerse a ello. Y una de las cosas que más curiosidad genera a la gente cuando hablas de tu vida en un vivac del Dakar es la de cómo se ducha uno aquí. Pues con mucho cuidado porque, con toda seguridad, se puede decir que no es una ducha cualquiera...

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La mejor hora para ir a la aventura es según llegas al campamento por la mañana en uno de los primeros aviones que viajan, porque te aseguras de que no haya tanta gente, estén más limpias, con menos charcos y arena, (suele haber mucho de las dos cosas) y, quizá, que el agua caliente no se haya acabado. Y después empiezan los equilibrios sobre el plato de ducha, donde tienes que evitar con la ayuda de una pequeña percha en la puerta que nada de lo que lleves toque el suelo porque caerá sobre una balsa de agua. No es fácil, pero no hay nada más reconfortarte que eso y un buen desayuno para sobrevivir al día a día en un Dakar.