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Un discurso impecable en la tormenta

No hay ni un día tranquilo en Bilbao. El sainete del 'caso Llorente' dejó muy tocada a la directiva y la parcela deportiva. Después llegó el culebrón con Garitano: un bucle interminable con ultimatums, división en la directiva y un técnico, que sacó al club del atolladero, pisoteado como muñeco de trapo. No mereció el trato indecente que se le dio. Los socios decidieron castigar a Elizegi en la Asamblea del día 27. No salió adelante ni una propuesta, ni una tan bien trabajada y engrasada con los aficionados como la Grada de Animación.

Ahora llega la era Marcelino. Un técnico de enorme prestigio para apaciguar los ánimos. Como Valverde cuando apareció en 2013, en su segunda andadura en San Mamés, para correr la cortina del olvido entre los nostálgicos de Bielsa, ese hombre con peores números que Gaizka pero verbo más florido, al que sus viudos no van a olvidar ni aunque pasen cien años. El técnico de Villaviciosa estuvo impecable en su presentación. Fue generoso, sereno, firme... un señor. Hasta no tuvo problemas en admitir que los técnicos a veces meten trolas como la suya en el Villarreal contra el Athletic sobre el aliento arbitral hacia los rojiblancos, para jugar ese 'otro partido' que también da puntos. O mover las fechas en las que Ibaigane se dirigió a él, para no dejar aún más por los suelos a Garitano.