Quiere que el Athletic gane, aun sin estar

La salida del Athletic del hasta ahora técnico de su primer equipo llegó con una nota enviada por el club dos horas después de que los leones vencieran al Elche (1-0) que relataba "sustitución de Gaizka Garitano" y "relevo en el banquillo del Athletic", sin precisar, precisamente, su sucesor. Justo en un momento en que nadie, o casi nadie, lo sospechaba. En el enésimo ultimátum en su puesto, como el día del Betis, como el del Huesca, esta vez, sin avisar, el club decidía descabalgar al deriotarra, al que un sector de la afición no quería ver ni en pintura. Su sombra planeó en la Asamblea de Compromisarios, en el 'no' a las cuentas.

En su última rueda de prensa en San Mamés, preguntado por su alegría por noquear al Elche en el capítulo colectivo y personal, fue diáfano. "Esté yo o no esté, siempre quiero que gane el Athletic", deslizaba el entrenador, excentrocampista rojiblanco, sabedor ya que su suerte estaba echada, que había llegado su sentencia. Los abrazos con su fiel escudero, Patxi Ferreira, tras la victoria ante el equipo ilicitano resultaban más expresivos que su contención habitual. 89 partidos bajo su batuta, con la clasificación para la final de Copa que no podrá patronear, y rescatar al equipo de una posición más que incómoda tras Berizzo hace poco más de dos años. Pero el fútbol no tiene memoria, la presión de la que hablaba él mismo y las redes sociales empujan mucho, demasiado, en el planeta fútbol.