El que sepa qué es mano que lo diga
Partido de los que hacen afición, se decía antes. Eso fue lo que vimos en Ipurua, un partido bello, de ida y vuelta, con alternativas, sin esos tramos tediosos de ataque estático, de un lado a otro del campo ante un bloque cerrado, tan del balonmano, tan del fútbol últimamente. Un partidazo subrayado por cuatro goles preciosos. De los del Madrid, Benzema, que sigue jugando cada vez mejor y ya es difícil, hizo uno y dio dos. El primer cuarto de hora del Madrid fue imperial, con él y Modric tocando el violín. El Eibar no se amilanó con el 2-0, peleó el partido, se comió contraataques y se fue pensando que hubiera empatado de no ser por el VAR.
Porque el partido estaba 1-2 y a punto de finalizar cuando un cabezazo de Muto pegó en el codo de Sergio Ramos. Hubo un momento de intriga, pero tras un breve diálogo con Cuadra Fernández, que capitaneaba la sala VOR, Munuera dijo no. Para mí, por el Antiguo Testamento no era penalti, pero por el Nuevo Testamento, ese código confuso parido por David Elleray, sí lo es, y vemos pitar penaltis por menos. Al final, Carvajal y Kike García, entrevistados al borde del campo, coincidieron en confesar que ya no saben qué es mano y qué no. No lo saben ni ellos ni nosotros ni Cuadra ni Munuera ni sé si lo sabe el dichoso Elleray.
Esa jugada, que llenó de inmediato las redes (suerte que los que les concedieron la víspera al Atleti y el Barça fueron muy objetables, dejémoslo ahí), tuvo la réplica de un tercer gol del Madrid, que elevaba el resultado hasta más allá del margen de un gol. En todo caso, el Madrid ganó bien, porque llegó más y con más peligro. Zidane sacó otros tres puntos con los de siempre salvo Vinicius que, enfermo, dejó el puesto a un aceptable Rodrygo. Muy avanzado el partido salieron Valverde y Asensio. Zidane, que tanto brillo sacó no hace mucho a la segunda unidad, tira ahora de los justos porque, a diferencia de entonces, poco más hay. Mientras puedan...