La enmienda incontestable del Madrid
Tan contradictorio es el fútbol que cuando la incertidumbre atrapaba al Madrid se ha producido la rebelión para restaurar lo que se había ido. Asomado al precipicio, resolvió la final europea por la vía rápida. Nada le salió mal ante el Gladbach. Ni en el resultado, lo importante en este momento; ni en las intenciones, lo trascendental en el medio y largo plazo. El Madrid apeló al juego y al trabajo efusivo sin balón para completar con éxito su propósito de enmienda. El toque de corneta comenzó en un impresionante Lucas, prosiguió en otra exhibición de Modric y acabó en la cabeza de Benzema. Tuvo fútbol, bemoles y orden. No hubo ni rastro de la lista de pecados en los que había cogido carrerilla en los últimos tiempos.
Desde la presión este Madrid es otro. Por más que se repite no es menos relevante subrayarlo. Zidane quiso oprimir al Gladbach en el carril central, incordiando las recepciones de Neuhaus y Kramer. Con el bloque basculado y activo hacia la zona del balón, el Madrid caricaturizó la salida alemana durante casi todo el primer tiempo. Como consecuencia directa emergen las 17 recuperaciones e interceptaciones en campo rival durante esa primera parte. La diligencia madridista le ofreció la posesión a Modric y Kroos, sabedores de cómo explotar las grietas de las separadas líneas del Gladbach. Siempre encontraron al hombre libre. En los intervalos entre pivote y extremo del 1-4-4-2 defensivo de Rose había espacio abierto para el pase, como también había zonas descubiertas en los costados que propiciaron unos contra uno de Lucas, Rodrygo y Vinicius. El gol apareció pronto, pero esta vez fue efecto del juego. La actuación del Madrid fue inequívoca y rotunda. Su rehabilitación llegó cuando más lo necesitaba. Las cosas parecen cambiar al menos hasta que la Champions y LaLiga tomen altura.
Vigilancia individual
El Madrid cierra los pasillos interiores con marcas pegajosas. Kramer, Neuhaus y Stindl están cubiertos. No da salida al Gladbach, que solo puede tener escapatoria en el lado débil con un cambio de orientación siempre delicado. Gran presión de los de Zidane.