La reconstrucción se empieza con dinero
El Real Zaragoza es un enfermo gravísimo en trance de lo peor, un equipo sin remedio, incapaz de sumar ni un triste empate, que camina a pasos agigantados hacia el descenso a Segunda B, con la añadida amenaza de su desaparición como club. En Cornellá cosechó su quinta derrota consecutiva y su caída libre parece no tener fin: sólo tres puntos de los últimos 33 en juego, una catástrofe que nunca antes había sufrido en esta categoría. El cambio de entrenador, Martínez por Baraja, no ha producido ningún efecto real, más allá de una leve mejoría que no sirve para ganar ni para empatar. Porque el fútbol es una cuestión de eficacia y el Zaragoza, con Baraja o con Martínez, no le gana a nadie. Y es que el cambio en el banquillo o tiene un efecto inmediato o no lo tiene. Y mientras un viejo zorro como Anquela, relevo de Mere en el Alcorcón —ojo, en el Alcorcón, no en el Bayern de Munich—, llegó y casi desde el primer día empezó a ganar, Martínez ha perdido con el Oviedo, la Ponferradina, el Rayo Vallecano y el Espanyol, completando una serie tan catastrófica como histórica en el Real Zaragoza. En 88 años, ningún técnico había contado sus partidos por derrotas, aunque, justo es decirlo, la responsabilidad de Iván Martínez, cuyo tiempo se agota, es menor dentro de este enorme disparate. Hace lo que puede.
Ahora que el destrozo ya está hecho, que Lalo Arantegui, el principal culpable del proyecto deportivo, tiene las maletas preparadas desde el jueves y que se dispara, con razón, contra todo, ha llegado el momento de pasar a otro escenario y adentrarse de lleno en la búsqueda de soluciones inmediatas que impidan que el Zaragoza se muera tres o cuatro meses antes de que concluya el campeonato. Y no todo se resuelve haciendo ‘limpieza’ y ofreciéndole el puesto de mánager general a Víctor Fernández, como si éste pudiera cambiarlo todo de la noche a la mañana. Hace falta un gran entrenador, sí, un hombre experto y con buen ojo para fichar, pero en el escenario en el que estamos, se necesita, sobre todo, dinero, dinero inmediato. Bastante más que esos 700.000 euros que algún consejero ha filtrado de forma interesada como único remanente que queda dentro del límite salarial para poder reconstruir la plantilla en enero. Eso es claramente insuficiente o, si me permiten, un ejercicio de inconsciencia y de irresponsabilidad. César Alierta y el grupo de patronos acudieron hace seis años al rescate y evitaron con su dinero la desaparición del Real Zaragoza, y eso es algo que nadie puede negarles, pero lo que está ahora por ver, lo sustancial, es si tienen la capacidad y la voluntad económica de poder corregir a tiempo esta tragedia sin igual en la historia de este club.