Engordar para morir
Justo cuando el Celta finiquitaba la etapa de Óscar por los malos resultados, la comisión deportiva del Athletic decidía lanzar el último salvavidas a Garitano. No es comparable el club centenario de Bilbao con ninguna otra entidad del mundo. Tampoco en esto. Para que se destituya a un entrenador tiene que estar viniéndose abajo San Mamés. La ausencia de público expresando su desagrado aplaca las medidas drásticas. Si esta directiva ya ha demostrado que es medrosa con aspectos como el fichaje de Llorente por el 'qué dirán', ¿cómo habría reaccionado tras las más que probables pitadas ante el Cádiz y al descanso contra el Sevilla?
El equipo ha petado, que dicen ahora los chavales. No solo es el entorno, se nota que hay en la plantilla quien empieza a no creer en el discurso del entrenador. Y prolongar la agonía pocas veces ha sido solución en fútbol. Ziganda lo fue arrastrando todo el año hasta su adiós cuando cayó el telón de la campaña. A otro nivel, lejano, las continuas exhibiciones de resistencia de Bartomeu en Barcelona acabaron de la peor manera. Contra el Levante, Gaizka salvó la cabeza. En el descanso del partido del Sevilla estaba en la calle y volvió a regatear al destino. Si gana al Betis y vuelve a encontrar el horror en Getafe estaremos en las mismas. Y así ¿hasta cuándo? El proyecto parece acabado y sólo se está dilatando el tiempo de una sentencia de la que la directiva no puede escapar.
La parte deportiva impuso su criterio. Gusta Marcelino pero debe esperar y a saber qué condiciones pondría para venir. Nadie ha contactado con él por el momento. Era conmovedor aquel Athletic de Garitano racial en diciembre de 2018, que se comía a los rivales por empuje y ardor. No han quedado ni cenizas de ese arrebato. Sentarse ahora frente al televisor a ver un partido de los leones es predisponerse al aburrimiento, a contemplar a un grupo previsible, en decadencia... Toca agitar la coctelera. Ojalá Gaizka dé con la tecla en esta última barcaza para alcanzar la orilla del milagro. Lo dudo por esa cabezonería que adorna su personalidad. Quiere morir con sus ideas. Pero en su salida, que el Athletic siga coleando por favor.