Se ha confirmado un desastroso pronóstico, que no el peor, para Marc Márquez. Una vez perdida la temporada en lo deportivo, se mantenía la esperanza de que no fuera así en su proceso de recuperación, que al menos tuviera la oportunidad de disputar algún gran premio este año. Hubiera sido una estupenda noticia, básicamente porque significaba que su recuperación iba por buen camino y que con seguridad en 2021 le veríamos de nuevo en las pistas a pleno rendimiento. Ahora la incertidumbre seguirá acompañando este largo proceso de rehabilitación, entre otras cosas porque los médicos que se han encargado del campeón llevan bastante tiempo sin ofrecer información al respecto. Desde hace semanas los rumores han sido constantes, sin que nadie cualificado haya salido a la palestra para aclarar el asunto.

No me vale el argumento de la privacidad y otras pamplinas. Márquez es un personaje público de primer nivel y por supuesto que tiene derecho a su intimidad, pero su estado físico es una cuestión de interés general. Lo fue cuando le operaron la primera vez en la Clínica Dexeus; mucho más incluso cuando se anunció, a bombo y plantillo, que volvía al circuito de Jerez cuatro días después; cuando no pudo completar aquel segundo gran premio y cuando se lesionó de nuevo en un accidente doméstico, precisando de una segunda intervención. Sus traumatólogos llevan meses desaparecidos, un mutismo que desde luego no animaba al optimismo como ahora se ha confirmado. Quizá estén en ello y pronto tengamos novedades, así lo espero, porque creo que es el momento de explicar cómo se ha pasado de una recuperación milagrosa a un año en blanco. Sobre todo para impedir que la rumorología siga retroalimentándose y se empiece a especular también sobre qué ocurrirá el año que viene…