Mucho más allá de Zidane y Marcelo

EI fútbol invita a individualizar las derrotas. El Real Madrid es un exponente habitual de esta práctica. Casi siempre hay alguien señalado en una mala tarde. Es un método fácil y rápido: apunta a la coyuntura y evita lo estructural. El equipo se estrelló en Valencia y los nombres surgieron inmediatamente: Zidane y Marcelo. Del resto se ha dicho que jugó mal, sin especificar demasiado.

 A nadie se le escapa que tanto Zidane como Marcelo no tuvieron su mejor día. La COVID-19 impidió jugar a Casemiro y Hazard, dos jugadores esenciales en el equipo. Casemiro no tiene sustituto natural y nadie discute el puesto a Hazard cuando lo permiten las lesiones. El rival no era otro que el debilitado Valencia actual, sometido además al agobio de la crítica y de una posición delicada en el campeonato. El Valencia, sin embargo, tiene historia y orgullo. Suele jugar mejor esta clase de partidos que los aparentemente sencillos.

Zidane quizá pensó otra cosa, o posiblemente observó el estado de los jugadores, destrozados por el esfuerzo en el complicado duelo con el Inter. Alineó un equipo que no sonaba bien. Sin Casemiro, dibujó algo parecido al 4-2-4, si consideramos a Isco un media punta natural y no un centrocampista integral. El riesgo defensivo era tan evidente que en sus mejores minutos -la primera media hora-, el equipo parecía muy vulnerable. Por el carril izquierdo, Gayà atormentó al Madrid.

Sólo Zidane sabe si la ausencia de Kroos estaba justificada por un extremo cansancio. O la de Mendy. El caso es que no figuraron entre los titulares y se les echó en falta. La actividad de Marcelo en el ataque fue correcta y constante. En el capítulo defensivo pasó un mal trago con el jovencísimo Yunus Musah (17 años).

Isco, Ramos y Lucas Vázquez intentan, sin éxito, evitar el disparo de Kang-in Lee durante el Valencia-Real Madrid del pasado domingo.

La sospecha de la fractura táctica se confirmó muy pronto. Más que un 4-2-4, el Madrid pedía a gritos un 4-4-2, al menos con sus recursos en estos momentos. Pero la fractura derivó en desplome. La voluntariosa presión en terreno contrario duró 20 minutos o poco más. Es el plazo habitual en este Real Madrid. Le sucedió lo mismo con el Inter y en varios partidos anteriores. Produce señales de agotamiento muy pronto.

Al Madrid le falta motor. Desde hace mucho tiempo le cuesta una barbaridad completar un buen partido. En el mejor de los casos, completa buenos momentos. Es un Real Madrid que muestra síntomas de envejecimiento natural. Sus mejores jugadores son los más veteranos, y casi todos superan los 30 años. Modric (35), Sergio Ramos (34), Benzema (32) y Marcelo (32) fueron titulares.

Hay una responsabilidad que excede claramente a Zidane. El club no ha gastado un euro en el mercado de verano y ha vendido a jóvenes que apuntan alto. Dos de ellos, Reguilón (30 millones) y Achraf (40), en posiciones que en Mestalla estaban muy descubiertas. La importancia de Casemiro es tan clamorosa como la ausencia de un sustituto fiable. No es una novedad. Se sabe desde hace años.

La venta de Cristiano Ronaldo significó la contratación de Mariano (22 millones) y después de Jovic (60). Hazard (100 millones) cumplirá 30 años y apenas ha jugado. Militao (50 millones) no despega. Rodrygo (40 millones) ofrece de vez en cuando algún detalle en medio de una insipidez impropia de su juventud. Mendy (48 millones) es competente como lateral izquierdo, pero se queda muy lejos de sus grandes predecesores: Gordillo, Roberto Carlos y Marcelo. En total, 320 millones.

No es una cifra cualquiera, visto el rendimiento. Todas estas cuestiones se manifestaron con más o menos gravedad en Mestalla. A Zidane y a los jugadores les corresponde una cuota importante de responsabilidad. A los encargados de la estructura deportiva del club, también.