Messi es también un buen tipo
Ese pase de aire que Messi le dio a Griezmann forma ya parte de la historia de la estética y de la ética del fútbol. Un futbolista afectado por la duda que dominan ahora sus pies recibe de un compañero de talla mayor el regalo que le levante la moral, tras un desastre reiterado ante la portería.
No fue el único gesto del capitán, que durante 45 minutos le dio tregua a los que debaten sobre su incapacidad para marcar fuera del redondel de la pena máxima. Cuando marcó su propio penalti, ante su excompañero Claudio Bravo, tuvo tiempo, antes de su saludo de respeto a la abuela, de tener un gesto cariñoso con el portero batido, con que el luego compartió sonrisas de buena compañía.
Y cuando Pedri, el aventajado niño de Tegueste, que hizo otro partido formidable, el capitán que sonrió más que la media de su récord, se acercó a subrayar la alegría del compañero adolescente. Otro dato se lleva Messi para la historia: su penalti lo marcó exactamente cuando Biden ganaba su partido a Donald Trump. Todo alegrías.