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Ter Stegen no es Dios, pero lo parece

Volvió Ter Stegen y, como hubiera dicho Evita Perón, fue millones. Paró tantos goles bien concebidos que pareció Dios, que está en todas partes. Lo hizo después de una lesión que dejó al equipo dudando atrás, a veces con consecuencias nefastas. Pero ahí está el alemán parar, que es su oficio. El Barça tiene un descontrol defensivo que ahora contamina la confianza del ataque, que cuando falla deja atrás incertidumbre y riesgo.

La conversación del equipo, pues, ha estado rota, porque no funciona un muelle sentimental irremplazable, la manera de entenderse. El equipo se fue fundiendo como el hielo y llegó a ser cansino, descentrado, hasta el punto de que no sufrió el empate porque, y esta no es una metáfora sino un dicho, Dios es grande.

El resto…El resto es silencio y Pedri, que sostuvo un diálogo sustantivo con Messi, y Fati, siempre atento a levantar el ánimo de un graderío que ahora está en casa. Messi es reclamado como el salvador de esta situación anómala. Pero, aunque lo parezca, Messi no es Dios. Al equipo le hace falta una plegaria colectiva para que Dios de verdad venga a asistirle.