Un partido contra el Real Madrid en la Champions League es la ocasión para demostrarle a cualquier equipo si es grande o no. Y el Inter de Antonio Conte, a pesar de una innegable crisis de resultados y rendimiento, puede serlo. Ante los blancos, en la primera mitad, se volvieron a ver los límites defensivos que a los nerazzurri les complicaron demasiado este arranque de curso. De Achraf se esperaba mucho, pero volver a la que fue casa, quizás, le emocionó demasiado. Y, de repente, en el marcador estaba un cruel 2-0.

Cuando se temía una goleada, sin embargo, el maravilloso taconazo de Barella para Lautaro cambió el rumbo del enfrentamiento. Los futbolistas, ambos con 23 años, protagonizaron una gran jugada: el italiano demostró una vez más el gran futuro que le espera, y el argentino rompió una sequía de cinco partidos. Ese gol despertó a un Inter que, en la segunda parte, hizo méritos para empatar, hasta que lo logró con Perisic. Ahí, hubo una fase en la que los interisti daban la sensación de poder ganar.

Reapareció, sin embargo, la falta de puntería que desespera a Conte y que, si en el fútbol casi siempre pasa factura, ante el Madrid lo hace todavía más. La derrota, inmerecida, no debe cancelar la buena actuación del Inter, su gran reacción en el peor momento. Y deja una gran duda: ¿qué hubiera pasado con el Lukaku en el césped?