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Qué gozada. El Estado de Alarma finalizó en Madrid a las 16:48 horas. En ese momento estábamos en el descanso del Clásico con todo en el aire en el marcador (1-1). Es como si esa nueva normalidad se hubiera trasladado en el puente aéreo al Camp Nou, porque el segundo tiempo de la tropa de Zidane ante Messi, Piqué y compañía fue para enmarcar. Un fútbol con empaque, personalidad, mandando en los tiempos, autoridad en la salida desde atrás y mucha autoestima. Como dijo Di Stéfano en su día, el Madrid siempre vuelve. Darle por muerto es mal negocio. No es la flor de Zidane. Es el ADN de un equipo campeón que sabe lo que pesa ese escudo. El Madrid salió a ganar sin buscar atajos. Su filosofía fue demoledora: “Aquí mando yo”.

Ramos se pone a 100. Ya les he dicho numerosas veces que el sevillano es nuestro Cid Campeador. Comentó tras el gran triunfo vikingo que durante la semana arrastraba una tendinosis en el poplíteo. Pero con Ramos no puede ni un ataque nuclear. Saltó al Camp Nou con la fiereza de un gran capitán, lideró a sus compañeros en la convicción de que el triunfo era posible y puso su sello, una vez más, desde esos once metros en los que es infalible. Su gol número 100 con el Madrid en el mejor escenario posible para firmarlo. Neto, el mejor del Barça en este Clásico (eso no habla bien de los azulgrana) acertó por dónde iba el máximo castigo, pero no llegó. Como los anteriores 24 porteros que han claudicado ante la habilidad de Sergio para lanzar los penaltis. El 1-2 hacía justicia al mejor juego del vigente campeón de Liga. Ramos forever.

Su Majestad Luka. Del once inicial sólo me chocó la ausencia de Modric. El croata es el mejor jugador que tenemos por calidad en la creación, inteligencia táctica y compromiso, por lo que me parecía una concesión de Zizou dejarle solo para el final. Pero Modric es tan buena gente que aprovechó esos 25 minutos finales para dar un clínic, sin malas caras. Se adueñó del tramo final del Clásico de forma deslumbrante. Hizo varias jugadas para presumir, pero se dejó lo mejor para el descabello del Barça. Su gol en el 1-3 es una obra de arte que jamás olvidaremos los madridistas. Con 35 años hizo la jugada soñada por muchos. Doble amago de cintura al portero y definición con el exterior. Un genio. Que tome nota Messi, que ya acumula casi tres años sin hacerle un gol al Madrid. Este servidor tenía 52 años cuando el argentino nos metió el último gol (6-5-2018). Ahora tengo 55. Para ser el presunto mejor jugador de la Historia empieza a dejar dudas...

Gloria madridista. Esta gran victoria va por nuestra maravillosa afición, que además va a poder dormir una hora más (gracias al cambio de horario) para gozar soñando con los goles de Valverde, Ramos y Modric. Y va la gran victoria del Camp Nou por mi amigo Manuel Mestre, presidente de peña de Picanya (Valencia), que está luchando por seguir entre nosotros. Manolo, vas a ganar esta batalla. ¡Hala Madrid!