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A por la Europa League

Insulto a la historia. Llevo viendo los partidos del Madrid en Europa desde que era un crío con la dentadura aún en formación. Mi primer gran recuerdo fue el 5-1 al Derby County, en 1975, remontando el 4-1 de la ida. Como no había entradas ni en la reventa, mi padre y yo nos quedamos a escuchar la hazaña por la radio. Mejor. Imaginé los caracoleos de Amancio, las arrancadas impulsivas de Pirri y los remates heroicos de Santillana. El golazo de Charly, el quinto, para enmarcar. 120.000 madridistas tocaban el cielo en el Bernabéu y varios millones nos abrazábamos orgullosos en nuestras casas. Ese es el Madrid que mamé de niño. Un equipo sin jugadores con tanto caché como los de ahora (mediático y de sueldo), pero que defendían la camiseta blanca con un poso fanático, como si les fuese la vida en ello. Uno no se hace del Madrid por tener 13 Copas de Europa, se hace por esa sensación de que sus jugadores defienden un escudo que representa la excelencia del fútbol y, por extensión, de la propia vida. Ser del Madrid es salir a la calle con una sonrisa en los labios y orgulloso de formar parte de la gran familia merengue. Es difícil de explicar si no eres madridista, pero es un blindaje a favor de tu autoestima. Imaginen cómo se reforzó ese sentimiento desde la Séptima de Mijatovic. Luego llegó la Octava con Raúl y Redondo al frente, la Novena con Zidane, Casillas, Hierro, Roberto Carlos y Figo, y las cuatro en cinco años conquistadas con el Rey Cristiano Ronaldo liderando a una tropa invencible. Pues toda esa preciosa historia se fue a hacer gárgaras durante un primer tiempo para la infamia...

Vergüenza. Lo de esos 45 minutos entra en la ‘Sala de los Horrores’ de la historia negra del club en sus 118 años de existencia. El Madrid exhibía un fútbol pandémico ante un rival plagado de suplentes por culpa del COVID-19, pero que nos sacó los colores y ridiculizó a un trío que quedó retratado para siempre. Militao, Varane y Marcelo quedaron en evidencia ante Teté, Marlos y Dentinho. Courtois hacía lo que podía ante el pim, pam, pum que le venía. En el centro del campo no había ningún semáforo en rojo y el 0-3 al descanso era hasta un buen resultado. Mi hijo apagó la tele con el 0-2, al igual que algún veterano del Madrid que ya no soportaba más esta afrenta a la historia del club más grande de todos los tiempos. Vergüenza, sensación de abatimiento...

Zidane, mal. Le pido al míster que deje de tirar naranjas al aire para hacer las alineaciones. Cada día hay cuatro o cinco cambios y así pasa. Nadie se siente dueño del puesto salvo Courtois. Y encima sin Sergio Ramos, cuyas ausencias en Champions son sinónimo de derrota segura. Y el club, inexplicablemente, sigue sin renovarle. Vamos de mal en peor...

Sólo Vini. El problema es que entre lo que la Juve se llevó (Cristiano y sus 450 goles) y el desastroso fichaje de Jovic, la única alegría te la da Vinicius, un “loco por incordiar”, que cantaría Rosendo. A los 12 segundos de saltar al campo metió el gol de la esperanza, pero la reacción murió en la orilla. Si seguimos con esta imagen, me veo jugando en marzo la Europa League, algo que suena a pesadilla y argumento sólido para la mofa de los enemigos. Y así nos vamos el sábado al Camp Nou...

Gento cumple 87. El único que me quita el berrinche es Gento, único futbolista que pisa la Tierra que tiene en su vitrina 6 Copas de Europa y 12 Ligas. Ha estado un poco pachucho días atrás, pero gracias a un suplemento vitamínico ha recuperado el ánimo y la salud. Paco, los madridistas estamos orgullosos de ti. ¡Felicidades, Leyenda!