Vinicius y la pausa del futbolista

Cuando se trata del Madrid todo está sensible. Más que en cualquier otro club de la Liga. Y dentro de esta sensibilidad tan peculiar el tema de Vinicius es uno de los que más reacciones epidérmicas y debates provocan. Se nota que la afición y la Prensa le tienen un cariño muy especial. Seguramente porque durante la nefasta temporada 2018-19 la irrupción del brasileño fue la única buena noticia, porque sus ganas contrastaban con la falta de motivación de buena parte de sus compañeros, porque su velocidad destacaba frente a la apatía generalizada. La juventud frenética de Vinicius era signo de futuro y de esperanza, algo a lo que agarrarse. De ahí este deseo casi psicoanalítico del madridismo de ver triunfar al simpático futbolista brasileño.

Y de ahí los reproches recurrentes a Zinedine Zidane por no confiar siempre en el delantero a la hora de definir su once titular. Sin embargo, el que fue en su día el técnico del Castilla sigue con su misión de formación de los más jóvenes del primer equipo. Entre ellos Vinicius al que queda mucho camino por recorrer. Zidane y su cuerpo técnico trabajan cada día en hacer crecer al chaval y para quitarle su principal defecto, es decir su voluntad de hacerlo todo y siempre a mil por hora. Esta velocidad es un don que tiene que saber administrar en el futuro. Debe aprender algo fundamental en el fútbol: la pausa.