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Ahora ya no me lo dice, me dejó por imposible, pero mi madre siempre pensó que me gustaba demasiado el fútbol como para llegar ser una persona de provecho. Había que distraerse menos, leer más y ver más pelis de Bergman para poder ser diplomático o registrador de la propiedad. O tertuliano de Luis del Olmo. O El loco de la colina, más el de la radio, que metía miedo con Pink Floyd, no el de la tele, que estaba ya desaforado. Sí, había en casa una obsesión, sin fundamento porque veníamos de labradores y de chigreros, con las oposiciones y con los periodistas.

Raúl de Tomas.
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Raúl de Tomas.Gorka LeizaDiario AS

Al final, futbolista hasta donde pude, empaté in extremis con lo de la prensa. Pero vamos, que sigo sin atreverme a decirle que este fin de semana, aparte de RDT y la portería a cero del Espanyol en Vallecas (además de futbolero, amarrategui), mirando de reojo lo de Primera, estaré pendiente de un Deportivo-Salamanca (en Riazor no estará la Unión Deportiva, pero el club luce “UDS” en el nombre), de un derbi Alcoyano-Hércules y de varios enfrentamientos de Segunda B y Tercera que vuelven como avanzadilla del fútbol real, el fútbol que más se parece a nosotros mismos.

Aunque nos busquemos en la élite, nos encontramos aquí abajo en el infrafútbol (royalties para Enrique Ballester: compraré su nuevo libro). Con público al fin en sus estadios, ampliando la brecha de verosimilitud con la aristocracia del fútbol, más negocio que nunca, mero envoltorio (¿vieron ese derbi asturiano despojado de todo lo que enaltece este deporte, incluido el fútbol de ambos equipos?), lo que empieza este fin de semana histórico, mientras el resto de equipos y ligas de aficionados y diletantes del balón aguardan, es un juego de supervivencia. Decenas de clubes flirteando con la desaparición, jugando al ajedrez contra el Christoph Waltz con guadaña del nuevo homenaje de Woody Allen a El séptimo sello. Mientras escribo de fútbol con esta angustia bergmaniana un martes y 13 de este aciago 2020, pura broma macabra, me parece oír a mi madre: "Hijo, qué bien que vayas sentando la cabeza".