Nacho, el espejo de toda la cantera
Usted tiene un hijo prometedor, convencido más allá del amor de padre y madre de que puede llegar a ser alguien en el Real Madrid, vaya a Valdebebas y pregunte nada más llegar: "¿Qué debe hacer un canterano para triunfar en un club con tanta exigencia?". La mayoría de empleados de La Fábrica le van a responder al unísono: "Ser como Nacho. Hay que ser humilde como él, con su misma capacidad de sacrificio y ser tan buen compañero como demuestra cada día". No es adulación exagerada, es la realidad que acompaña a este canterano modélico desde que debutó de la mano de Mourinho en Valencia (¡ganó el Madrid 3-6!) y que ha sido capaz de sumar 200 partidos con su amada camiseta blanca (con 11 goles y 7 asistencias).
También recuerdo el orgullo que supuso para los fieles a la causa blanca ver cómo Nacho defendía la camiseta de España en el debut del Mundial de Rusia ante la Portugal de Cristiano en Sochi, metiendo un golazo (en ese momento suponía el 3-2 a nuestro favor) que abrió los ojos de la Roma. Ese verano ofrecieron los italianos mucha pasta por su fichaje, pero al alcalaíno le pudo su corazón blanco y prefirió quedarse en casa sabiendo que perdía dinero y share de pantalla sobre el terreno de juego....
Por eso, ahora se ha ganado Nacho el derecho a elegir destino. Si se queda en el Madrid, será uno de los pocos privilegiados que durante la historia sólo han defendido esta camiseta (junto a Zárraga, Camacho, Chendo y Sanchís hijo). Pero si finalmente coge las maletas y se marcha rumbo a Italia, sólo podré desearle lo mejor. Nos haremos del Milán, del Nápoles o de la Roma. Su piel competitiva (gestada en su sentido de la disciplina desde niño al ser diabético) y su profesionalidad lo convierten en una inversión segura. Nacho siempre será un orgullo.