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Marc Márquez odia los domingos

Deben ser domingos odiosos para Marc Márquez. Imposibilitado para competir y, además, viendo en cada carrera cómo se esfuma un título de MotoGP que llevaba su nombre un año más. Solo una lesión podía evitar lo obvio y así fue con su caída en la primera cita de Jerez y las graves secuelas que le mantienen en el dique seco. Porque en otras circunstancias se hubiera coronado por novena vez, la séptima en la categoría reina, diría que con absoluta seguridad. Con todo mi respeto hacía el resto de la parrilla, ninguno de sus rivales parece en condiciones serias de plantar cara a un campeón que ya demostró su estado de forma en aquel fin de semana que terminó siendo nefasto para sus ambiciones. Y no es una opinión, a la vista queda en cada gran premio.

Repasando los datos de la temporada resulta evidente la ausencia de un líder capaz de tomar el relevo del ilerdense. Pero más allá de los números, me quedo con las sensaciones. Están fallando los pilotos y lo están haciendo las escuderías. Dovizioso decide dejar Ducati en el peor momento posible; las Yamaha oficiales de Rossi y Viñales van peor y son menos fiables que las ‘satelites’; Quartararo acusa la presión; las KTM han progresado pero falta regularidad entre sus pilotos… En semejante caos, quizá es Suzuki la que exhibe un paquete pilotos-máquina más solvente, aunque también les queda rematar en algunas ocasiones. Porque Honda, sin su única referencia, ni está ni se le espera. Lo dicho, Márquez debe estar en casa tirándose de los pelos…