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Vuela el dron por el dorado cielo de Las Vegas y entra cruzando la puerta de uno de los casinos del strip para dejar abajo la moqueta roja y acabar posándose sobre la ruleta, mientras un apostante desesperado se juega sus últimos cuartos al número 32. Si gana tendrá para resistir algunas horas más en la ciudad del pecado. Si pierde... qui lo sa. Tantas veces ya antes habíamos pensado que no habría sitio para seguir engañando, o engañándose...

No le quedan a este Betis muchas fichas más. Los voceros le echan la culpa al Covid pero la realidad habla de una situación económica que ha vuelto a empeorar temporada tras temporada. Vivía ya varios años el club por encima de lo que dicta la lógica, con salarios y/o inversiones que sólo se deberían permitir aquellos que van a Europa una temporada sí y otra casi que también. Una realidad a la que todos han seguido ajenos pero que tras la pandemia ha acabado por golpearnos en los morros. Del "sólo se falla en lo deportivo" ("sólo" en lo deportivo: nos ha jodido mayo con las flores) al "no hay dinero para fichajes".

Y como no hay dinero, Pellegrini tendrá que tirar básicamente con la misma plantilla, matizada, que quedó 10º en la 2018-19 y 15º hace apenas dos meses. Montoya no es mejor que Emerson, Víctor Ruiz no hará olvidar a Feddal y dudo que Bravo vaya a evitar muchos más goles que Joel Robles. Éste que escribe, de verdad, piensa que Setién y Rubi no fueron ni de lejos los principales culpables de la situación. Por calidad, por competitividad y porque desde el club y gran parte de esos aficionados que echan la culpa a la Prensa se exige poco a los futbolistas y menos a los dirigentes.

Pero tras visionar (a ratos alguno de ellos) los tres partidos con los que el Betis culminó su pretemporada, pienso que el Ingeniero ha comenzado a armar algo más consistente de lo que hemos visto sobre el césped en los últimos tiempos. Es sólo una vaga impresión, sin alardes ni euforias (ya está bien de Arcadias Felices). Otras veces, errado, pensé también que al fin la cosa iba a cambiar. Así llevo tres lustros, de Lopera a Guillén pasando por Bosch, Domínguez Platas, Ollero, estos últimos tiempos de Haro y Catalán... 15 años sentado a la vera del crupier, embobado. Queda al menos la esperanza de seguir un ratito más disfrutando, mientras rueda la bolita plateada en busca de su casilla definitiva.