Ritmo alto para probar a la Real Sociedad

Me gusta este Real Valladolid-Real Sociedad para comenzar la competición. Por varios motivos. El primero, que es la primera gran oportunidad de demostrar que esta temporada Zorrilla debe ser el fortín que no fue en las dos temporadas anteriores. No se puede seguir regalando tanto como local. Me gusta el rival, un equipo que juega pero que deja jugar y que no ha podido hacer una buena pretemporada por las lesiones, positivos y demás. Parece una oportunidad ideal para derrotar a un conjunto que ha logrado puntuar en sus últimas visitas a Zorrilla. Será fundamental que los de Sergio le metan un ritmo alto al partido para poner a prueba la resistencia física que puedan ofrecer los hombres de Alguacil. Y crea expectación ver las caras nuevas para esta temporada. Todo apunta a que Orellana estará en el once inicial y a que Roberto, Bruno, Luis Pérez y Weissman empezarán el baile desde el banquillo. El israelí tiene todas las papeletas para disponer de minutos a lo largo del partido. Si se pagan cuatro millones por un delantero para que meta goles, no parece lógico pensar que vaya a estar muchos minutos en el banquillo.

Aunque hay que reconocer que empezar la temporada con, todavía, varias semanas de mercado por delante no parece lo más acertado. Quedan hombres por llegar y bastantes por salir antes de que el próximo 6 de octubre tengamos la plantilla definitiva para la próxima campaña. Es posible que alguno de los que juegue el domingo acabe saliendo. Es posible que alguno de la Real pueda volver a Zorrilla con otro club. Quedan muchas operaciones por hacerse. Mantener el mercado abierto con la Liga empezada es algo tan absurdo como lo del valor doble del gol fuera de casa en las eliminatorias.

Hay ilusión en Valladolid, pero intuyo que no va a ser tampoco un año sencillo. Se suele condenar, de entrada, para el descenso a los tres que ascienden, craso error. Siempre hay uno de ellos que se convierte en revelación. Y siempre, alguno de los que teóricamente aspiran a más se acaban marchando colina abajo. Ese es el principal objetivo que debe tener el Valladolid, no caer al precipicio por estar más pendiente de mirar hacia donde no tiene que mirar. El objetivo prioritario y fundamental es la permanencia y hay que estar preparados para volver a sufrir. El día en el que el Valladolid pierda la humildad estará muerto. No perdamos la perspectiva real y no olvidemos de dónde venimos. Con humildad y trabajo los resultados llegarán. Y si, de verdad, este año hay más calidad, llegarán antes. Son las recetas básicas que no se pueden olvidar