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Las veces que perdimos por 2-8

Desde aquel 14 de agosto el Barça ha perdido muchas veces por la goleada más terrible de su historia entre los grandes. Perdió 2-8 cuando se produjo ese resultado concreto, consecuencia de un cúmulo de desgracias de los jugadores y de su entrenador, que a su vez heredó una situación de cuesta abajo cuyas culpas también pueden atribuirse en modo altísimo a la directiva. 2-8 perdió también cuando Koeman llamó a Luis Suárez para decirle que no había nada entre ese futbolista y el futuro. Resolvió el nuevo entrenador que la autoridad se gana por las vías frías de la comunicación, e hizo que se removieran sensibilidades que no eran tan solo futbolísticas.

Fue un terremoto de intensidad rebajada, porque en seguida se alzó ese nuevo 2-8 debido a la pésima capacidad diplomática del líder nuevo en el banquillo. Fue cuando Messi dio un golpe en la cara del Barça. Más que ocho goles debidos a su arrogancia de ídolo callado, que prefiere tirar la puerta por correo urgente que hablando con quienes eran representantes de un club en el que se hizo futbolista desde su adolescencia y del que era capitán. El Barça mismo, como entidad llamada al despiste sobre sus propias fuerzas, se metió más de ocho goles en la gestión de esta crisis mayor, en la que ha encallado como sociedad sin futuro y, a estas alturas, con el pasado envuelto en sombras.