La obra maestra de Lopetegui

La certeza, no por sabida, deja de ser menos importante. El Sevilla es infinito en la Europa League. Nadie juega con su convicción, seguridad y conocimiento táctico para imponer un dominio que a veces resulta difícil de explicar, pero no por ello deja de ser gigantesco. En un guion abierto y vivo, con dos equipos incansables, dio cuenta de un Inter tan amenazante arriba como quebradizo en fase defensiva, hecho cada vez menos sorprendente en los conjuntos de Conte. La creación de Lopetegui, al que nadie le puede discutir ser uno de los mejores entrenadores contemporáneos pese a su fallido paso por el Madrid, tramitó la final con valentía e inteligencia. No le importó instalar una presión altísima, aun a riesgo de quedarse expuesto atrás en un dos para dos (Lukaku y Lautaro contra Koundé y Diego Carlos) o en un dos para tres (si ayudaba Fernando), como tampoco estuvo falto de atrevimiento en la salida de balón ante la misma postura agresiva del Inter. El Sevilla ganó el encuentro porque no dudó en que lo ganaría.

El discutido De Jong, hinchado de motivos para presumir toda la temporada por su nivel de asociación y capacidad siempre para mejorar la transición ofensiva, se redimió con su doblete. Y otra vez su aportación fuera del área para airear la posesión sevillista resultó extraordinaria. Al dictado de Banega, con Navas y Reguilón dando profundidad por fuera para desnudar a los carrileros, las piezas débiles del Inter, el Sevilla agarró el partido. Los laterales llegaban cuando debían y los movimientos y desplazamientos de dentro a fuera de los interiores alimentaban la partitura ofensiva.

Al Sevilla siempre le tocó sufrir ante la perfilada construcción desde atrás de los de Conte, de fuera a dentro para buscar el lado débil después o bien de forma más directa para encontrar a Lukaku y su poderío de espaldas. Diego Carlos, envuelto en un exceso de confianza y precipitación desde cuartos de final, estuvo negado en las vigilancias y en la anticipación, causa principal de los males de los de Lopetegui. Pero este Sevilla está hecho de otra pasta. La bendita locura final de Diego Carlos, unida a la precaria defensa de su área del Inter durante toda la noche, valió la sexta. Es el arte de ganar. Es lo que tienen los equipos campeones.

Mover a la defensa

Suso fija en la banda a Young, Bastoni sale a la cobertura y Joan Jordán rompe al espacio libre. El interior apoya y saca a De Vrij de zona. Recibe y devuelve a la banda para Navas. El área se vacía y De Jong se adelanta a Godín.