NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

La Ligue 1 no es una liga de granjeros

La Ligue 1 no es una liga de granjeros porque una liga de granjeros no forma a jugadores como Karim Benzema, Zinedine Zidane, Michel Platini, Lilian Thuram, Jean Tigana o Raymond Kopa. La Ligue 1 no es una liga de granjeros porque Francia, un país acusado de no tener competitividad en Europa, ha conseguido meter a cinco semifinalistas en competición europea durante los últimos cuatro años. La Ligue 1 no es una liga de granjeros porque ha conseguido meter dos semifinalistas en la Champions tras haber parado durante cinco meses y tras haber llegado con ese hándicap respecto al resto de ligas.

El fútbol francés no es el mejor de Europa. Pero tampoco es el peor. La llegada de Neymar a París en 2017 desató una oleada de críticas a la competitividad de la Ligue 1. Cada fin de semana, el astro brasileño acumulaba exhibiciones que ya había realizado en la Liga española, aunque sin llevarse los desprestigios que recibía cuando tenía rival al Guingamp o al Dijon de turno. De hecho, se ha generalizado en España el utilizar al Guingamp como el máximo exponente del "fútbol de granjeros", siendo este un pueblo de la Bretaña de 7.000 habitantes con dos Copas de Francia en los últimos diez años y habiendo disputado en 2016 los dieciseisavos de la Europa League.

La Ligue 1 no está al nivel de la Premier, la Bundesliga, la Serie A o la Liga. Es la quinta mejor de Europa y la propia competición lo reconoce con su eslogan "Ligue des Talents", es decir, es un torneo que se centra en formar a potenciales grandes jugadores. Prueba de ello es el Olympique Lyonnais, una de las mejores fábricas de Europa y que año tras año saca a relucir su cantera. Jugadores como Karim Benzema, Nabil Fékir, Corentin Tolisso o Samuel Umtiti se criaron en el Ródano, en un claro ejemplo de que el fútbol francés es la mejor liga formadora de Europa. Año tras año, las inversiones de las grandes potencias de Europa en Francia está creciendo. Sin ir más lejos, el Arsenal pagó 80 millones de euros en 2019 en Nicolas Pépé, del Lille, y el Napoli ha gastado 60 este verano para hacerse con su excompañero Victor Osimhen. También el año pasado, el Real Madrid fichó a Ferland Mendy por 48 millones (más 5 en variables), y en su día el Barcelona se dejó 34 millones en Lenglet, un central que salió del Nancy (misma cantera que la de Michel Platini) y que ha dado un rendimiento espléndido en el Camp Nou. El claro ejemplo de buen hacer en el país vecino es el Sevilla del genio Monchi, cuya columna vertebral de este curso está formada por Jules Koundé, Diego Carlos y Lucas Ocampos, los tres sacados por el director deportivo del Sevilla de la Ligue 1.

El fútbol francés se adentra a partir de mañana en una de las semanas más importantes de su historia, si no la que más. El hecho de poder tener a dos finalistas en la máxima competición continental supondría un giro radical a la forma de ser concebido como el deporte rey en Francia, país de poca tradición futbolística y con serios problemas a la hora de atraer aficionados. Por ello, la posible final francesa auguraría un tiempo de bonanza de la Ligue 1 y saldaría su deuda con todos aquellos que creían que la de Francia es una “liga de granjeros” y nunca podría tener a dos representantes en la cima del fútbol continental.