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Verstappen y el calor animan la Fórmula 1

En el deporte profesional pasas de héroe a villano en cuestión de segundos, un mínimo detalle puede decantar el resultado y tirar por la borda el trabajo de una semana, de un mes, de toda una temporada… Ocurre, sobre todo, en los deportes más imprevisibles, donde el factor suerte tiene más incidencia, pero tampoco se libran aquellas disciplinas donde todo está medido milimétricamente, como es el caso de la Fórmula 1. En ninguna competición hay un guion previo redactado. Hace dos fines de semana, las críticas arreciaron sobre la estrategia de Red Bull y Max Verstappen porque no supieron aprovechar el reventón de Lewis Hamilton, al haber parado en boxes en busca de la vuelta rápida y del pírrico premio extra de un punto. Hace una semana, esos reproches se transformaron en elogios dirigidos en la misma dirección. Verstappen había sabido aprovechar la debilidad de los neumáticos de Mercedes y, con una brillante gestión de las ruedas y del ritmo, conquistó su primera victoria del curso y, de paso, creó inseguridades en la todopoderosa escudería alemana.

Lo que parecía un nuevo paseo de Mercedes, ahora ya no lo parece tanto. Verstappen se ha colocado segundo en el Mundial, a 30 puntos de Hamilton, a pesar de que en la primera carrera no computó por retirada. El remodelado calendario de la F1 ha obligado a concentrar más grandes premios de los habituales en verano, y eso es sinónimo de calor: el gran enemigo del monoplaza plateado. Montmeló, este fin de semana, será otro examen para calibrar si ese factor pone en peligro el título para el británico, si puede al menos dar mayor emoción al campeonato, o si se queda en un espejismo. Las temperaturas máximas no son excesivas, en torno a 30 grados, pero se disparan con la alta humedad. Verstappen se agarra al asfalto ardiendo. En Mercedes dudan. Y la F1 lo agradece.