30.000 euros o la vida

Y de postre, como si no hubiera sido suficiente, el esperpento del Depor-Fuenlabrada tuvo capítulo final. Resulta que, en previsión de posibles altercados, y aunque no había ni un alma en Riazor cuando el Fuenlabrada llegó al estadio, el partido se había declarado de "alto riesgo" por "emergencia sanitaria" previo anuncio de la delegada del Gobierno, Pilar López-Rioboo después de una reunión con la Policía y el Depor. Hasta aquí, todo correcto. La sorpresa de los jugadores del Fuenla vino después, cuando supieron que no aterrizarían en el aeropuerto de A Coruña, sino en Santiago para evitar supuestas aglomeraciones. Se tragaron 75 kilómetros en medio de una indignación importante.

El Fuenlabrada llegó a Riazor a hacer su trabajo y casi lo consigue. Las suspicacias del contubernio de los Tebas se fueron al infierno después de un penalti por mano digital que cocinó desde el VAR el andaluz Milla Alvendiz y que aplicó Díaz de Mera. El Fuenla estuvo a un minuto de meterse en el playoff, y hay muchos jugadores que están convencidos a esta hora de que lo hubieran conseguido si Sandoval hubiese contenido los nervios. Después de acabar la charla en el descanso, el entrenador madrileño se topó con Bergantiños en el túnel de vestuarios. Alterado tal vez por el estrés al que ha estado sometido estos días, se dirigió al centrocampista en malos términos. Bergantiños se volvió y tuvo que intervenir la Policía. Los jugadores de los dos equipos, caballeros, evitaron que el asunto fuera a mayores. Pero el Depor se calentó. Y apretó. Y se llevó el partido.

Hubo jugadores del Fuenlabrada que llegaron a mirarse durante el partido pensando que caerían desmayados. Algunos de ellos habían estado enfermos y dos semanas confinados en un hotel. Al minuto 30 no podían más. Aun así, lucharon hasta donde les llegó el alma. Perdieron 2-1 y, sobre todo, perdieron los 30.000 euros por barba que les había prometido la directiva por meterse en el playoff. Pero algunos no podían más. Sólo querían recuperar una vida anónima que nunca pensaron perder.