El calentísimo agosto de la Roma
Infravalorar la segunda copa continental, una mala costumbre italiana, esta vez no será una opción.
Llegar lejos en la Europa League para la Roma significa mucho más que darle continuidad al positivo final de curso liguero. Tras haber sufrido tres derrotas consecutivas, Fonseca cambió de dibujo, pasando a un 3-4-2-1 donde es fundamental la calidad y la fantasía de los dos hombres a espaldas de Dzeko (que esta noche deberían ser Mkhitaryan y Zaniolo). Los frutos llegaron enseguida con siete victorias y un empate en las últimas ocho jornadas, resultados que regalan optimismo para la aventura europea.
Un triunfo en esta competición sería vital para el equipo, que no levanta un trofeo desde 2008 y en su palmarés cuenta solo con una alegría internacional, la Copa de Ferias de 1961. Además, y no es un detalle, le entregaría el billete para la Champions que no pudo llegar en la Serie A, donde los romanos acabaron quintos. Infravalorar la segunda copa continental, una mala costumbre italiana, esta vez no será una opción.
Todo eso pasa en unas semanas decisivas para el futuro de la Roma. Pallotta está negociando la venta del club con un consorcio de Kuwait, otro sudamericano y con Dan Friedkin. El magnate estadounidense, que puso sobre la mesa 490 millones, es el favorito para hacerse con el control de la entidad. Entre eso y la Europa League, los romanistas tienen un deseo: este mes de agosto tiene que cambiar su historia.