La base de la pirámide

Que mi equipo haya ascendido a Segunda División no significa que me preocupe menos el futuro del fútbol no profesional en España. Todos, incluso los más grandes, formamos parte de la pirámide, y necesitamos que su base sea sólida. Los tiempos que vienen van a ser duros y la respuesta que todo el entramado de clubes y federaciones le den a la situación debe basarse en la solidaridad y en el entendimiento de que nos necesitamos vivos a todos para poder ser fuertes como colectivo.

Fernando Vázquez, a su llegada a Abegondo.

La suspensión del Deportivo-Fuenlabrada, como es lógico, ha acaparado titulares en la prensa deportiva e incluso en la generalista. Sin embargo, se ha hablado menos de otros encuentros que no se han podido celebrar en la fecha correspondiente, como el Portugalete-Sestao que iba a determinar un puesto de ascenso en el grupo vasco de Tercera División y las eliminatorias de repesca de campeones de la misma categoría Alcoyano-Lealtad y Linares-Marino. Que con un volumen de partidos tan inferior al que tendremos cuando arranquen las ligas regulares de la temporada 20-21 ya no se haya podido cumplir con las previsiones nos dibuja un panorama desalentador: en los campeonatos con menos recursos económicos, con diez duelos por jornada en dieciocho grupos distintos de la cuarta división del fútbol nacional, será muy difícil garantizar la seguridad de todos los participantes y completar los calendarios. Y ya no digamos más abajo.

No tengo la solución al problema, pero sí sé cómo no debemos actuar: abandonando a su suerte a ese fútbol que genera pocos ingresos y que desde las alturas se observa como anecdótico o prescindible. No lo es en absoluto: es el lugar en el que nacen las ilusiones y donde mejor se conserva el valor unificador de comunidades humanas que hace grande al juego que amamos y que lo convierte en un fenómeno social que trasciende lo meramente deportivo. La élite debe ser especialmente generosa para garantizar que esas categorías alejadas del foco sigan siendo viables, y que si hay que esperar más de la cuenta para su reanudación, no se paguen consecuencias devastadoras.