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Cada vez que algún analista político habla de la importancia del relato escondo la mano en los bolsillos por miedo a que me robe el reloj. Sucede especialmente cuando vienen mal dadas. Frente a las desgracias, cuando toca repartir responsabilidades, los fabulistas florecen entre los políticos con una alegría que hasta el mismísimo Samaniego se sentiría orgulloso de su legado. Lo que digan no tiene que ser cierto, tan solo parecerlo. Pensé en ello el domingo, mientras LaLiga, CSD, Fuenlabrada, Deportivo, Extremadura, Numancia, Rayo y hasta el equipo de la cafetería de mi bloque estiraban los límites de la imaginación en una serie de comunicados increíbles. Uno a uno, todos los personajes de la telecomedia van subiendo al cajón de fruta, en mitad de la plaza del pueblo, para cacarear su versión de los hechos. Aparecieron los relatos, falta que aparezca la verdad.

Javier Tebas apareció para asumir su responsabilidad sin rubor alguno e imagino que sin ninguna consecuencia pero antes adornó las explicaciones con un tuit sintomático. Con un detalle aparentemente trivial que significa mucho. "Queridos directivos, jugadores, técnicos, empleados... del Fuenlabrada…" , escribió el presidente a modo de disculpa. ¿No echan a nadie en falta? ¿Dónde quedan los aficionados en esta improvisada lista de disculpas? A los mayores agraviados les han quitado hasta el derecho de aparecer en el libro de pésames. Qué decir del resto de ciudadanos a los que el fútbol les importa bien poco y se encuentran frente a un nuevo brote por el descuido de un deporte que en demasiadas ocasiones funciona al margen de las leyes comunes.

El Fuenlabrada sigue confinado en A Coruña.
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El Fuenlabrada sigue confinado en A Coruña.

Este final de campeonato se parece cada vez más a la vida de un entrenador en el alambre. Un número de circo demasiado arriesgado que amenazaba con acabar en desgracia al primer estornudo sobre el cable. Así ha sucedido. Cuando cerró la Primera División no faltaron voceros para promocionar como un éxito rotundo este regreso al fútbol sin contagios. Ganaba el negocio de unos y otros. Imagino que tras este lamentable episodio duden de si el cuento ha sido realmente tan bonito como nos lo han contado. No lo dirán en público pero al menos que lo hagan en la intimidad, en su otro relato.